jueves, 14 de marzo de 2013

Al aire, peces


-Sólo ocúpate de ver si aparece un pez banana. Hoy es un día perfecto para peces banana. 
-No veo ninguno -dijo Sybil. 
-Es muy posible. Sus costumbres son muy curiosas. 
Muy curiosas.
(J. D. Sallinger).
***

Ya repetí hasta el hartazgo -a riesgo de tornarme pesado-, que el rock argentino de los garajes, las cuevas, los bares y las trastiendas está en un grandioso momento. Y lamento tener que repetirlo, pero mes a mes llegan a mis oídos nuevos lanzamientos discográficos/virtuales que me obligan a insistir al respecto.

Esta vez, las buenas nuevas llegan con acento cordobés, pues la provincia de De la Sota (?) no sólo vive del cuarteto que nos provee el querido Carlitos Jiménez. Así lo demuestra el éxito creciente del power trío Eruca Sativa y el sorprendente hit (al menos para mí) de Sol Pereyra con su álbum Comunmixta. Un poquito más abajo, viene asomando la cabeza el entusiasta sello Ringo Discos, que congrega en sus filas grupos ascendentes de la región como Anticasper, Benigno Lunar y Lautremont.
Desde Ringo nos llega el lanzamiento de (chequeen el link literario en el nombre) Un día perfecto para el pez banana con Suba, su larga duración debut. Los UDPPEPB parecen -por lo que uno escucha y sospecha- decididos a establecerse como una referencia ineludible del rock independiente, fronteras afuera de su provincia inclusive. ¿Por qué me atrevo a semejante apuesta? Hay un par de razones...

La primera de ellas se aparece extramusical: el grupo sobrevivió a una deserción durante las sesiones de grabación del álbum (se desligó de la banda Noelia Pantano, una de las dos cantantes) y sin embargo logró reponerse y continuar, acomodando una estructura vocal conformada para dos voces. Quizá el inconveniente se convirtió en una revelación: la voz de Lucila Escalante tiene un peso propio y un encanto suficientes para bancarse sola las canciones. Su manera de cantar -tan peculiar, tan flexible, tan aniñada por momentos- requiere un par de escuchas para comprender que en verdad es irresistible y fundamental para comandar las melodías que el grupo dibuja en garabatos irregulares.


¿Por qué? (Y aquí va el segundo motivo). Porque la linealidad no es precisamente una cualidad de este quinteto cordobés. Hay en cada canción un clima de constante sorpresa -melódica; también rítmica y dinámica- que termina generando vaivenes, llama la atención y obliga a aguzar el oído para percibir mejor detalles, silencios, tensiones. Si buscan algo de fácil acceso… Éste no es el lugar.

Son varios los ejemplos (por no decir todos los tracks de Suba) en los que el desarrollo de las canciones toma caminos inesperados; detalles atrapantes como el silencio de 5 segundos que hay apenas comenzado el álbum, antes de llegar al minuto de Fantasma.
La canción ineludible es México, que será el hit más entrecortado y tramposo de la temporada: parece que todo se endereza hacia un estribillo pero éste nunca llega; hay pasajes instrumentales, estructuras que aparecen y no vuelven a repetirse, coros prolijos... Hasta que un solo de guitarra lleva al grupo al pico del tema y con él, el final.

El ensamble grupal alcanza momentos notables. ¿Ejemplos? Bolsillo (“Antes de dudar, guardame en tu bolsillo”); Macana; las climáticas Caja muda (no se la pierdan) y Bien. Es remarcable a su vez el laburo textural de las guitarras y el sonido global del disco, bien arreglado pero con un sonido de banda, donde todo aporte individual suma y mucho; se escucha. Que el productor asociado del disco sea Mariano Esaín no es un detalle menor; es otro acierto del grupo trabajar bajo la mirada de un músico con tanta experiencia en el rubro. (Quizá la era de los discos lo-fi de las bandas nuevas haya terminado, y está muy bien).

No se pierdan este debut. Salinger estaría orgulloso del enigma sonoro que presentan estos cinco niños cordobeses (y el final es mucho más feliz que el de su pez banana...).
Súbanse a la ola y lo verán mejor.

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