miércoles, 31 de agosto de 2011

Los tiempos están cambiando (en la música también)

Mientras Roger Waters vende entradas como panchos para sus shows de River en marzo de 2012 -el mío sin mostaza, por favor- y Obras vuelve a abrir (gracias a dios), hoy se acordó en Reunión Plenaria de Comisiones del Senado que el 28 del corriente se tratará en el recinto el Proyecto de la Ley Nacional de la Música. El proyecto tiene como base la creación del INAMU (Instituto Nacional de la Música) y el financiamiento a las diversas actividades musicales, entre otros muchos detalles que pueden consultar acá, acá y acá.

Si querés leer la ley, pasá por acá.

jueves, 25 de agosto de 2011

Moris e hijo, quizá el disco del año


"Quiénes fueron estas dos personas
y por qué se juntan justo ahora
en este cruce de asfalto y de ignorancia".

(Thomas y Lacroze)





El retorno de Birabent padre acompañado de su hijo ya posa para ser una de las vedettes de este 2011 no muy poblado de novedades en el vapuleado rock local. La frase de arriba, ese cruce de "avenidas" -Thomas y Lacroze se llama el tema que la contiene-, es en verdad o al menos para mí, una frase-homenaje de Antonio a su viejo. Papá es el asfalto, la calle, y él un aprendiz que no sabe nada (la ignorancia, claro).

Dieciséis añitos pasaron hasta que don Mauricio -el Maurice bueno che, Moris, no confundan por favor- se dignó a grabar. En verdad, buena parte del mérito lo tiene Antonio, la única persona que pudo convencer al autor de El oso para que muestre canciones que hasta ayer eran papeles amarillentos guardados en un cajón. Y no recuerdo otro proyecto conjunto de padre e hijo, menos en el rock local (a ver si me ayudan).

Familia canción
, el disco que ha parido el dúo Birabent, muestra la inefable e indiscutible lapicera porteña de Moris, su espíritu por siempre tanguero, con esa poesía arrabalera que no se olvida de ningún barrio del Conurbano, y la inspiración de Antonio para componer temas que podrían ser de su padre (todo un mérito teniendo en cuenta que siempre ha sido un cantautor indie sin demasiada trascendencia, a decir verdad).

En los 35 minutos que dura Familia canción, pasan como ráfaga diez canciones bellísimas, con aires de tango, estribillos épicos y, claro, Buenos Aires atravesándolo todo. Moris conserva la misma voz que hace 33 años, quizá la última vez que fue escuchado con atención (Fiebre de vivir, el famoso disco español: de allí en adelante su sombra se lo devoró). Antonio canta de manera más melódica y menos seca. Donde su voz da belleza la de su padre certifica o endurece, y recita con su eterno dylanismo folk, ése que dice la verdad y sólo la verdad. Y ese contraste, sin lugar a dudas, agranda las canciones.




¿Canciones? Es difícil destacar una sola: Vedette falopa arranca folk, se sube a un tren funk y vuelve a mutar a canción, es una nueva visión descarnada de personajes patéticos, como Pato trabaja en una carnicería. Barrio pobre se sostiene en su perfección humilde y acústica que se completa cuando entra papá Moris, recita y deja correr... el silbido inicial y los que quedan de fondo después son un lindo detalle. Brasilero y guaraní, con sus camioneros y repiqueteos, es un tango modernizado con una batería que intenta no dejarlo ser (claramente, no lo logra). Con Parado en una esquina sucede algo similar: como inicialmente no sabe si ser tango o bossa nova, se resuelve como mejor les sale: siendo una bella canción pop. Eso sí, la letra no puede ser más tanguera.

El último tema suena a redención y agradecimiento de parte de Moris (no importa si lo compuso él o Antonio, no lo sabemos). Se llama El poeta de Varela y tal vez abra una puerta para lo que vendrá, con esa frase que cierra un disco impecable: "cuando quieras te canto mis temas".





Gracias por volver a hacerlo, maestro.

martes, 16 de agosto de 2011

The Leisure Society, una forma de pasar el invierno


No creo que haya músicas para una determinada época del año. Debo hacer esta necesaria aclaración antes de usar el invierno como estación-excusa para recomendar buena música. Sí, se que me estoy contradiciendo, pero son necesarias las excusas para acercarles nuevos descubrimientos (decoran más la cosa, le dan un envoltorio a algo que no lo tiene).
De todas maneras, uno puede afirmar que Nick Drake es para escuchar en otoño, Radiohead para el invierno, Locomía (?) para el verano y Avril Lavigne (!) para la primavera; pero en verdad, la música con atributos perdura y se deja escuchar en cualquier momento. Quizá exista en muchas personas -a mí no me sucede pero quizá a alguno de ustedes sí- la necesidad de escuchar cierto tipo de música según su momento personal.

En fin, la introducción de arriba es, repito, el pretexto para hablar de un grupo que me hipnotizó: hace dos semanas escucho diariamente (un domingo por la noche le di play por primera vez) la colorida música de The Leisure Society, un octeto inglés -en su myspace aparecen mencionados ocho integrantes, en las fotos son siete: preferí sumar antes que restar- autor de dos discos de notable factura, que podrían enmarcarse dentro del mundillo indie-folk, aunque sus arrebatos pop y su sonido tan hi-fi quizá juegue en contra de ambas etiquetas. Lo que más me gustó de entrada fueron los colores de su música, pero literalmente: antes de bajar los discos, me gustaron sus tapas-portadas-caras (y cuando te gustan las tapas ya es un buen comienzo).



Luego, fui por los colores de sus canciones, simples de esqueleto pero muy -muy, insisto- bien vestidas: flautas, violines, glockenspiels, cellos, mandolinas, pianos... todo trabaja de manera sutil para conformar al unísono un entramado amigable, consecuencia de esa polifonía de sonidos dulces y cálidos en el que reposa un trabajo vocal por parte del grupo que, no por similar, sino por bien puesto, me recuerda a los también apreciados (por mí, al menos) Fleet Foxes.

Por ahora, La Sociedad del Ocio (digámoslo, hasta el nombre está genial) lleva publicados dos discos bajo el ala del humilde sello Wilkommen Records. El primero, The sleeper, es una joyita que he escuchado diariamente desde aquel domingo de revelaciones. Un disco despojado, quizá más pequeño en sus intenciones si lo comparamos con Into the murky water, el sucesor en el que TLS redobla la apuesta dándole un poco más de vigor y oscuridad a una música inevitablemente luminosa y onírica. Están todos invitados.

jueves, 11 de agosto de 2011

Sueño stereo

Su último disco se llama Fuerza natural, y no queda más que pedir eso para él en este extraño cumpleaños.
Me entristece su situación, ese sueño en el que está inmerso y parece no poder salir. A la vez, el sueño de muchos admiradores de su música, es que se recupere milagrosamente.

A esta altura… que pase lo que tenga que pasar, Gustavo.





Convoy

Te encontré en un tren
dejando atrás toda la locura
Nos miramos bien
Buscando nuestro punto de fuga.
Tantas ganas de explorarnos
Todo salió como lo planeamos
Se soltó el vagón
Y volamos al espacio exterior.

Próxima estación
Mucho más allá del sol
Convoy espacial
¿Qué tan lejos nos llevará?

Oímos la galaxia explotar
Cabalgamos otros planetas
Dormimos en nubes de gas
y en playas de relojes de arena
En cada noche, una nueva luna
Hicimos el amor en algunas...
Cuerpos a contraluz
Guiados por la Cruz del Sur
(Dentro de un volcán ardimos de pasión mineral)
Nadie supo que nos pasó
Y ahora somos polvo cósmico.

Próxima estación
Mucho más allá del sol
Convoy espacial
¿Qué tan lejos nos llevará?

lunes, 1 de agosto de 2011

Tanto hacer el bien y no se acuerda nadie, George...

Qué bronca te daría si estuvieras vivo.
Vos, que con Ravi Shankar te mandaste el primer festival musical benéfico del mainstream.
Vos, que juntaste en un mismo escenario a Eric Clapton, tu amigo Ringo, Bob Dylan -en el único show del que participó en no sé cuántos años, antes y después-, Klaus Voorman, Leon Russell, Jim Keltner. Además de vos mismo, claro, que no habías hecho un show propio desde la separación beatle.
Vos, que recaudaste lo que pudiste para que lo administre la bondadosa UNICEF... y de paso te mandaste un discazo que ganó el Grammy y llamaste a Phil Spector para que lo produjera.

¿Todo para qué? Para que nadie se acuerde 40 años después.


Así es que, al menos, La Música es del Aire decide rememorar aquél show con una graciosa y simpática anécdota (y un aviso al final). Aquí la anécdota: "el concierto comienza con un recital de música india a manos de Ravi Shankar y Ali Akbar Khan, introducido previamente por Harrison y con unas palabras del maestro hindú explicando la duración de la sección india. Al cabo de un tiempo, ambos músicos procedieron a afinar los instrumentos durante al menos 90 segundos. La audiencia respondió con un entusiasta aplauso, al cual Ravi Shankar respondió: 'Gracias. Si habéis apreciado tanto la afinación, espero que disfrutéis de la interpretación aún más'".

En el sitio web del histórico concierto se puede ver entera la película (calculen por los 6 minutos y medio la anécdota de arriba, je). Prueben aquí para ver The Concert...