martes, 30 de marzo de 2010

Charlas con músicos: el Honor de hablar con Litto Nebbia


De vez en cuando se justifica esta existencia virtual.
Esta es una de esas veces.

No bien me enteré de la salida de Una celebración del rock argentino, me dije "tengo que hablar con Nebbia". Hace tiempo que lo venía pensando y sabía por conocidos que era un tipo de buen trato y que me iba a responder. Me decidí y, finalmente, lo contacté vía mail: contestó el mismo día, aceptando la propuesta con la condición de que le enviara las preguntas por ese medio, que por allí me las respondería. Mi respuesta fue "bueno, dale, lo hacemos así, aunque me hubiera gustado conocerte...", y al rato me contestó que, si quería, empezábamos por mail y después redondeábamos algunos conceptos en persona. Genial.

En una semana arreglamos todo, siempre por correo electrónico: Nebbia contestó todo con mucha buena onda y al instante, lo bombardeé de mails y preguntas y con todo fue gentil. El lunes pasado fui hasta Melopea, charlamos casi una hora, me llevé el impresionante box-set del que les contará algunos varios detalles y tuve el honor de conocer a uno de los tipos por los que ahora el rock en Argentina es un folklore más. Para colmo, me envió las fotos de portada preliminares de los discos y una letra inédita de su próximo álbum solista, La canción del mundo.
Qué más decir, todavía se lo estoy agradeciendo...

Aquí, todo lo que hablamos, largo y valioso:


PARTE UNO: UNA INMENSA CELEBRACIÓN

¿Cómo surgió la idea de Una celebración del rock argentino? ¿De quién nació, alguien te lo propuso o fue idea tuya?
Muchos años atrás se me ocurrió. Quizá después que hice el Beatles SongBook donde interpreté 60 temas de Beatles a mi estilo.
Estoy de acuerdo en que cada quien toque una música a “su onda”, pero a veces sucede que toman un tema ya casi clásico y lo deforman de una manera, que para mí no tiene sentido. Porque es como destruir la pureza real que tenía la cancioncita, y por eso se transformó en clásico. Y otras veces, escuchás versiones de un tema conocido, con un arreglo que está muy lejos del clima y la armonía en que fue escrita la canción originalmente. En síntesis: cuando versiono algo, me gusta conservar el clima de la canción, porque seguro eso es lo que me ha motivado a tener ganas de cantarla o tocarla. Le agrego cosas dentro de mi estilo, porque me siento más seguro entonces de hacerla, y porque jamás imitaría su versión original.
Tuve la idea de hacer un trabajo tipo Enciclopedia... un manojo de 200 canciones, que están casi todas perdidas, ignoradas, y hasta muchísima gente no las conoce.

El proceso desde la grabación hasta que se publicaron los discos fue de casi cuatro años. ¿Era lo que estimaban? ¿Se demoraron?
Realicé esto sin ningún apuro, sin fecha. Fue un antojo personal, pero era muy oportuno que apareciera como Aniversario de 40 años del rock argentino. Lo terminé a tiempo, pero sucede que luego hubo problemas económicos y hubo que esperar hasta ahora...

¿Cómo hiciste para seleccionar los temas?
Todos los temas los elegí por gusto personal, inclusive por eso te darás cuenta que aparecen más temas que hay que bucear y buscarlos.

Si bien están los temas clásicos…
Sí, están algunos. Por ejemplo, fijate una rareza: no está Sólo le pido a Dios cantado. Y sin embargo está muy bien tocado por Daniel Homer en otro tempo, como si fuera una música de película. Después hay temas de rescate que me gustan, que no eran conocidos, nunca lo fueron: Leves instrucciones de Almendra, por ejemplo, o de Invisible, Elementales leches. Yo fui haciendo temas que a mí personalmente me gustan; y lo que sucede es que la última parte de las 200 canciones, las últimas 50, fue donde se me vino mucha gente que dijo “ah, me enteré que están haciendo...”, y esa gente, antes de que yo dijera nada, me decía “a mí me gustaría hacer tal cosa, tengo tal cosa” y yo eso lo dejé, salvo rarísimas excepciones que le dije a alguno “necesito que me hagas tal tema”. Porque yo quería también -obsesivamente- que tuviera la presencia de todo el mundo, aunque sea compositivamente. Por eso en el disco de Artistas Varios, te podés fijar que hay un tema de Pajarito Zaguri, un tema de Gabriela, de muchísima gente que hizo o hace, pero que no es gente con la que yo tenga una llegada, ni de que vengan y me toquen algo nuevo, algo viejo... Pero bueno, esa gente estuvo, fue parte, y ahí ponemos un temita.


Y con los músicos que se fueron sumando, ¿aceptaste a todo el que viniera a aportar algo nuevo?
Sí, por supuesto. Lo que pasa es que es como te digo: lo de aceptar a cualquiera que llamara fue la última etapa, la primera yo llamé.

Los primeros 140, 150 temas, llamaste a todos.
Sí, se me ocurrió hacer estas cosas lindas que me salieron bien y que vas a ver que hay muchos temas donde hay cuartetos raros armados.

Sí, hay cada banda… No sé en qué tema de Almendra tocan Soulé, vos…
En Color humano.

...Y creo que Alejandro Medina, Bazterrica.
Bueno: esas cosas, aunque no lo creas, yo llamé a los tipos y tenía más o menos armado el esqueleto del tema, y había buena onda, tomamos un café, lo pasamos una vez y lo grabamos. Eso es lo que tiene también de bueno.

Hay bastante improvisación.
Claro. Y es muy linda la sensación porque vos armás de pronto una banda de cuatro o cinco tipos de la historia, que conocen el tema pero no son los que lo grabaron. Entonces lo toca cada uno con su impronta pero respetando que ese es un clásico que tiene esas palabras.

De hecho esa versión está buenísima…
Sí, me gusta mucho, y me gusta mucho también la versión que hicimos de Cruzando la calle de Aquelarre, ahí también armamos otra banda y canta Bazterrica.
Y después no sé si vos tenés el cuaderno de fotos, el DVD y el mapa.

No, el DVD no lo vi.
Porque en realidad, es la caja para eso. Si bien nunca pensamos en venderlo todo junto porque sería muy caro...

Claro, el DVD y el libro salieron antes.
Salieron antes pero por una equivocación. Nosotros pensábamos que salía el DVD con el mapa y el cuaderno de fotos en el kiosco, y al toque salía el disco. Y el disco se atrasó como un año y pico porque no teníamos guita para sacarlo, entonces, pobre gente, el que compró eso no sabe dónde están los discos, y el que compró los discos no sabe dónde está el resto. Ahora vamos a tener la ayuda de una publicidad, creo que en mayo, vamos a hacer una pegatina, y eso va a anunciar todo completo, va a decir “esto lo comprás en kiosco, esto lo comprás en una tienda”.

Porque eso -el pack con el DVD y el libro- se compra en puestos de diarios, ¿no?
Claro. Pero está muy lindo todo porque en el cuaderno hay notas sobre la grabación, background, producción discográfica... Lo vendemos mucho en vivo, en los lugares donde vamos a tocar.

Hay varios temas de tu autoría en el box-set que hasta hoy eran inéditos. ¿Con qué criterio elegiste a cada grupo para que los haga? ¿Por qué quisiste que formen parte de estos discos y no grabarlos más adelante en un disco tuyo?
Porque son como elementos de rarities, curiosidades de inéditos... el box-set tiene muchos huecos donde espiar guiñadas y cuestiones.
Por ejemplo, el tema La celebración con que termina el último volumen, es una grabacioncita hecha en un grabador Geloso en velocidad 1.75 (que ya no existe). Soy yo a mis 15 años tocando la guitarra arriba de la cama, jugando a sanatear inglés. Algunos que lo escuchan creen que es un tema ya compuesto, en realidad es una improvisación.

¿Cuáles son las versiones que más te gustan, propias y ajenas? ¿Algún grupo te sorprendió?
Me encanta la versión de Presente de Guadalupe Raventos, la de Sólo se trata de vivir de Silvina Garré... Las viñetas instrumentales en guitarra por Daniel Homer, son tremendas. El tema que Hugo Fattoruso dedica al rock argentino, Gota pura, belleza total. Podría mencionarte 40 más tranquilamente... En términos generales, lo que me parece bueno, es que los 9 volúmenes suenan con personalidad, pero a su vez todo suena como si hubiéramos hecho un álbum. Vos escuchás hoy día tributos donde todo suena como si hubiera tocado una máquina. Todo está despersonalizado, exceptuando en cada track la voz del artista famoso que han convocado.
También por otro lado, escuchas discos compilados que son desparejos como si fueran un álbum de Grandes Éxitos.

¿Te quedaste con ganas de versionar alguna canción que haga otro grupo; o a algún colega?
Debería pensarlo, pero en principio creo que no...

Me llamó la atención la ausencia de Moris y Javier Martínez, ¿por qué no estuvieron?
Moris no quiso participar personalmente, a pesar de que sabía que uno de los volúmenes se le dedicaba. Con Javier Martínez no tengo relación alguna.

Al ver los artistas que participan, me surgió una idea que te paso a pregunta: ¿No pensaron organizar una serie de shows para presentar los discos? ¿Es algo imposible o se podría armar?
Es muy difícil convocar a 294 músicos para un evento, deberían ser 4 o 5 días de recital para tocar todo. Algunas presentaciones haremos, con una media docena de invitados, como para desarrollar un set que muestre un indicio de la idea general, pero nada más.
En febrero hicimos Mar del Plata. Toqué básicamente con mi grupo La Luz y Emilio del Güercio, Rodolfo García y Ricardo Soulé de invitados.

¿Qué valor pensás o sentís que tiene este laburo? ¿Te das cuenta de la obra que hicieron o lo sentís como un disco más?
Me parece que es un trabajo que puede actualizar el interés de la gente, especialmente de las nuevas generaciones, en redescubrir un montón de música que se ha hecho. Vos sabés que las grandes compañías lo único que hacen generalmente es insistir con la compilación de los temas hits, e inclusive una radio dedicada enteramente al rock argentino como La Mega, no baja de pasar La balsa, Viento, dile a la lluvia o Muchacha.

El disco rescata los primeros diez años del rock argentino, el momento fundacional y la estabilización, digamos (1963-1973): ¿De lo que pasó de allí en adelante qué opinión tenés? ¿Rescatás alguna época o grupo en particular?
Siempre aparecen músicos buenos en nuestro país, sean de Capital o Interior. Pero concretamente, el sector que se denomina rock, está bastante achanchado.
Falta para mi gusto, originalidad, buenos arreglos, letras significativas. El negocio, el querer ser famosos y masivos les ha comido el cerebro a la mayoría. Por supuesto hay excepciones. Pero en general, todos quieren ser jóvenes, famosos y delgaditos... jaja... nada más alejado del verdadero arte que esa postura.


PARTE DOS: DE MELOPEA A LA REALIDAD POLÍTICA

¿Sentís que se valora lo que hacés con Melopea? ¿Cuando escuchás que al hablar de independencia se nombra casi exclusivamente a los Redondos, te molesta? ¿Creés que la omisión es intencional?
No entiendo. ¿Qué hacen los Redondos? Creo que hacen sus propios discos, es algo totalmente distinto a Melopea. De esta manera no creo que haya ninguna omisión. Son dos cosas totalmente distintas.

Justamente por eso te lo pregunto.
No, porque lo que pasa es que a lo mejor al tipo que le gustan los Redondos lo que yo hago no le gusta y no lo conoce. Ojo, a mí me parece que el tema independiente es muy bueno para los músicos y yo les diría a todos los músicos que hagan su producción independiente. Esto no significa que tienen que hacer un sello como yo hice: lo que pasa es que soy un loco de esto y tengo más conocimiento, más dedicación, entonces cuando empecé se me ocurrió hacer una cosa para todo el mundo, no para mí solo. Pero bueno, después hay gente que ha hecho siempre su discografía independiente, como Lito Vitale, creo que los de La Renga también, El Otro Yo, que también son independientes, Los Redondos

Bueno, Pez...
Claro, claro. Pero esto, Melopea, fue y es otro proyecto. Lo nuestro es un sello para conformar un catálogo documentalista de lo que pasa en este país, que justamente no es lo que producirían las compañías grandes, porque se dedican a producir cosas más comercialmente efectivas. Es otra historia. Además te digo otra cosa, ya hay una cuestión del carácter de cada uno, yo nunca le fui a esto de quién es el primero, quién es el tercero... uno sabe individualmente qué hace o qué no hace. Entonces, yo digo, cuando a veces leo que un tipo dice o pone el primero de algo y vos sabés que no lo es, con que lo sepas ya está.
Y cuando lo dicen de mí, tampoco soy un tipo que viva de eso, ponele que alguien diga que soy el primero o el segundo... la verdad que no le hace mucho a la cosa. A mí me parece que lo más valioso de cualquier músico es cómo logra desarrollarse y seguir la historia de lo que se dijo que iba a ser alguna vez. Porque vos fijate, esta profesión es bastante cruel. No todo el mundo tiene la fuerza, el destino, el don, de seguir adelante con lo que se propuso en su adolescencia. Es muy difícil. Vos dejás por el medio del camino un montón de gente: el que no cagó por la ambición cagó por la droga, cagó porque lo estafaron, porque lo pisó un auto. Es muy bravo. Entonces, digo, me parece que también hay que darle bolilla a la cosa general... Yo cuando veo artistas de esos que me gustan, tipos que los vengo siguiendo desde que salieron y tienen más o menos mi edad... son tipos que siempre lo que se prometieron hacer, lo siguieron. Por ejemplo, Bob Dylan: ¡Bob Dylan nunca paró de hacer lo que se propuso!

¡Y nunca para de tocar!
No para de tocar. Y hace siempre sus soniditos, sus letras, es una belleza un tipo así, que sabés que es un tipo seguro. Que es un tipo que siempre cuando vos escuches sus discos va a haber algo que rescatar. Lo mismo pasa con brasileros que yo quiero, Antonio Carlos Jobim o Milton Nascimento, y lo mismo pasaba con Ástor Piazzolla: el disco que vos agarres está bueno. O Frank Zappa. Tipos que toda la vida siguen desarrollando una cosa que se propusieron. Y en cambio tenés -no hacemos nombres para no joder a nadie- un montón de tipos que a lo mejor salen con una fuerza el primer y segundo disco y en el tercero olés a que hay plin caja, mosca, a ver si la pegan... y es horrible.

Se pierde la magia. Y aparte por lo general ya no hay vuelta atrás de eso.
Ah, no. ¿Viste que hay algunos tipos por ahí que “hice esto comercial, porque con la plata de esto voy a hacer lo otro”? ¡No hace falta!

Teniendo una obra tan inmensa y de tantos discos, ¿podrías elegir uno, "el" disco que tendría que escuchar alguien para conocer tu música; o el que crees más logrado? ¿O te resulta imposible?
No sé realmente, es muy variada mi discografía. No sólo porque es extensa, sino por la variedad de propuestas que me sensibilizan.

Hace poco escribiste en Página/12 un texto excelente respecto del manejo que hacen las discográficas con los músicos y su obra. ¿Tenés una opinión formada sobre el famoso canon tecnológico? ¿Estás de acuerdo, en contra?
No estoy tan al tanto del canon tecnológico. Estoy más al tanto de la injusticia histórica tradicional para con los músicos, en cuanto a sus derechos, pero esto es para hablar meses y meses.

Sos de familia peronista, ¿cómo te sentís con este gobierno y todo lo que generó? ¿Cómo ves a la gente con respecto a las cuestiones políticas?
Este gobierno ha hecho algunas cosas que eran impensables. Todo lo de continuar con los Juicios, la defensa de Derechos Humanos, ayudar que a se continúe la búsqueda de bebés que fueron raptados. La Ley de Medios, muy bueno. Desgraciadamente la gente, muy especialmente la clase media, está muy despolitizada y -cada vez más- extremadamente individualista. Luego cuando quieren tomar una actitud de revancha política, votan equivocados y pagamos el pato todos.
Cuando prendo el televisor escucho cosas que me parecen de otro tiempo... Así es nuestro querido país, un país de alguna manera medio dividido. Hay mucha gente noble y trabajadora, pero también está lleno de cagatintas, como decía Roberto Arlt.


PARTE 3: EL HOMBRE Y SUS PROYECTOS

Por último, contame en que andás: ¿qué nuevas producciones de Melopea recomendás? ¿Qué estás grabando últimamente?
He comenzado a grabar el nuevo álbum de Silvina Garré. Ella sigue siendo una de las mujeres que más me gusta como canta., tiene estilo, es sensible y no grita. Me sorprendió felizmente, diciéndome que quiere hacer un álbum con todos temas míos y que además yo toque y lo produzca.
Estamos terminando de mezclar con el baterista Néstor Astarita, un álbum reciente de Gato Barbieri en New York, que aparecerá a mitad de año.
Y estoy por la mitad de dos discos que irán a parar con la edición de un libro de Marcelo Gobello sobre los años ’50 y ’60 del rock en USA e Inglaterra: The British Invasion y Oldies & Psychedelic Years son los dos CDs. Aquí canto en cada uno alrededor de 25 temas de esos años, en inglés, pero a mi estilo. Algo parecido al box-set que hice sobre The Beatles. Cosas que hago para mi total gusto personal.
Después, las últimas producciones de Melopea indispensables...
- Suma Paz - Última guitarra.
- Sanata & Clarificación - Vol. 1 & 2 (de Rodolfo Alchourrón).
- Baby López Furst Trío con Héctor Finito Bingert - Fulgor.
Y estoy por terminar un álbum doble que empecé el año anterior: La canción del mundo.

Contame más del disco.
Es un álbum doble y tiene pila de cosas musicales, muchas viñetas instrumentales que son como separadores. Todas esas viñetas instrumentales están relacionadas con rítmicas y melodías de músicas étnicas que a mí me gustan y yo escucho, que tienen que ver con el Mar Caspio, tienen que ver con Rumania, Azerbaiyán...

Un mundo que no conocemos, al menos musicalmente…
Claro, pero ojo que lo que yo hago es humilde, es una aproximación a esa sonoridad. Entonces a lo mejor viene de un tema bien ciudadano, bien estilo mío y está pegado a un pasaje instrumental que dura a lo mejor 50 segundos. Y bueno, toco allí con La Luz, me faltará grabar de los dos discos un 30 por ciento.

Ah, ya lo tenés bastante avanzado, ¿sale este año?
Sí, lo voy a sacar tipo octubre. Me falta eso. Voy a grabar algunos temas con La Luz, ahora que comenzamos con nuevo guitarrista. Entró Gonzalo Aloras por Ariel Minimal.

Es un excelente músico.
Debutamos hace dos semanas en Mar del Plata con él, muy bueno. La gente creía que hacía tiempo que estábamos tocando porque es un ensamble muy seguro. Y bueno, con esa formación tengo tres o cuatro temas para grabar.
El disco se va a llamar La canción del mundo, que en realidad tiene que ver con un barrio que hay en Marruecos, La Medina. La foto de tapa la hizo un amigo mío, un argentino que vive hace 30 años allá, un fotógrafo del carajo. Entonces el tipo sacó esta tapa, me la dio y le digo “¿cómo se llama este lugar?” y me dice “mirá, a este barrio lo llaman Chefchaouen, que quiere decir Ciudad Antigua”. Y bueno, le digo, “a mí ese título me viene bárbaro, porque yo un poco lo que quiero hacer con este disco doble es mixturar”: de pronto hay dos temas míos que escribí a los 15 años y uno que escribí hace una semana, que se entienda que la música finalmente no tiene almanaque, es una cosa que va. Entonces ahí es donde meto también lo étnico. Porque cuando un tipo me pregunta “¿qué escuchabas vos cuando eras chico?”... Y bueno, yo escuchaba jazz, escuchaba bossa-nova, tango, música árabe, ¡escuchaba una cantidad de cosas!

Y a la vez a los Beatles y a los Kinks...
Totalmente, ¡claro! Escuchaba lo que yo atendía generacionalmente pero también otras cosas porque yo era buceador. Entonces le dije: “bueno, ¿porque no me das esto para la tapa de mi disco?”. Es una foto que la tenés que sacar alargada, como va a ser un trabajo integral... que no salga yo en la tapa, que salga el paisaje. Es una foto muy linda, con muchos colores, y la tapa se va abrir porque la imagen es muy amplia.
Primero empecé a llamarlo Ciudad Antigua, y ahora ese va a ser el subtítulo entre paréntesis, y el título va a ser La canción del mundo. Porque La canción del mundo, que es un tema nuevo que hice hace poco en Madrid, habla un poco de esto que te estoy contando: habla de que la canción del mundo -que sería una broma sobre world music, ¿no?- es algo que no tiene banderas, no tiene fronteras, anda por ahí: es una canción que no tiene pasaporte.

Las tuyas son canciones del mundo.
Claro. Y bueno, esa es la idea, pero se completa la idea con la tapita esta. Para septiembre u octubre lo vamos a poner por ahí.

Cuando termines de presentar el box-set...
¡Qué se yo!... Y bueno, la semana pasada apareció el disco en vivo A su aire.

¿Ah, editaste ese disco al final?
Sí, pero no es el de Valencia. Vamos a hacer una serie de A su aire. En todos los lugares improviso algo distinto. Entonces había gente que venía y me decía “pero, ¿dónde está esto que tocó?”, para comprar los discos. Y había que explicarle que era algo virtual [Litto se refiere al disco virtual que regaló por internet la revista española Efe/Eme con motivo de su décimo aniversario] Entonces vamos a hacer 3 o 4 volúmenes, de distintas ciudades y con distintos matices. Tengo ese que regalé que es el de Valencia, el que salió la semana pasada que es de Mar del Plata el año pasado, con piano de cola... Y tengo en preparación uno en Barcelona y uno en Londres, que toqué en una iglesia. Todos son distintos entre sí.

El de España es bastante minimalista, estás vos solo. ¿Son todos así?
Claro, son todos discos que estoy yo solo, se repiten un par de canciones en algunos volúmenes, pero con otra armonía, con otro ritmo, con otro solo. Todos los shows los hice solo, por eso se llama A su aire, que es como decir “como le gusta”. Por ejemplo, sí se repite, de golpe, Sólo se trata de vivir, o No importa la razón... La balsa está en el de Mar del Plata pero hecha con tres músicos marplatenses rockeros, que subieron, está eléctrica. Y en el que viene de Londres, la toqué solo en el piano.

¿Cómo conseguís las fechas en Europa? ¿Cómo llegas a tocar en Londres, por ejemplo?
Pasa una cosa. Primero tenés que considerar algo: en todos los lugares de la tierra hay argentinos; o latinos, mexicanos, uruguayos. Eso sumado al currículum que tengo, de tanto tiempo, surge que en muchos lugares te ofrezcan un contacto.
En Londres es la primera vez que tocaba, fui ahora, en octubre pasado. Me contrataron de una fundación y alquilaron una iglesia donde tocó Pink Floyd. Hay iglesias allá que para mantenerlas hacen espectáculos una vez por mes, y para esto me contrató una fundación de argentinos que se llama APARU (Asociación de Profesionales Argentinos en el Reino Unido). Y tienen una organización que ni te imaginás, no es oficial ni nada por el estilo, son tipos que viven hace mucho ahí, científicos y demás, y un mes hacen una exposición de cuadros, otro mes un recital... y un tipo me escribió y yo que me prendo fui, y me parecieron de habitual confianza. Y después de que toqué ahí, a los tres días toqué en el legendario club de jazz Ronnie Scott’s. Un tipo, sabiendo que yo estaba, me llamó y fui. Y bueno, ahora parece que este año voy a ir a Israel. En Israel hay dos radios que pasan música en castellano.

Llega mucha cultura de acá a Israel.
Sí, sí. Ojo, tenés que moverte. Ahora este año va a ser el séptimo año que voy a Europa, no dejo de ir ningún año y me quedo tres meses. Esta última vez que fui toqué 24 veces. Qué pasa: tenés que estar arriba. Si vos te manejás como se manejan otros artistas, -“llamá a mi agente, llamá a mi representante”- no vas ni a Lanús (risas).

¿Vos arreglás todo?
Lo arreglamos desde Melopea, pero lo que quiero decir es esto, que en nosotros hay un ánimo de feedback, de ir y tocar...

No pedir locuras.
Claro, claro. Por otro lado, no te olvides que tengo esta posibilidad que otros músicos no tienen, que puedo hacer un recital y me autoabastezco tocando, capaz otro tipo necesita un par de músicos, un trío o algo. Pero yo estoy contento, voy a lugares así y me va muy bien, casi siempre toco en pubs, en lugares que entran doscientas gentes, doscientas personas. Pero también me han salido, en el medio, un par de cosas grandes de fiestas comunales... por ejemplo, toqué en la fiesta comunal de Orense, que queda en Galicia, y ahí fueron cuatro mil y pico. Toqué en la fiesta mayor de Madrid, en la Plaza Mayor, y ahí fueron diez mil. Lo que va saliendo. Lo que quiero decir es que la idea es ir colocando fechas para aprovechar el esfuerzo de los tres meses que ando por ahí, y lo que más me sale son cosas solo.
Y después también aprovecho el tiempo que tengo para vender discos de Melopea, tenemos como sesenta álbumes editados por cuatro sellos distintos. Y está bueno, porque te metes en un negocito español y ves que están tus discos, les damos licencias. Y salen cosas argentinas raras nuestras, estamos editando vinilos...

¿Qué pasó que hubo un revival del vinilo?
Mirá, yo creo que el valor artístico y el sonido que tiene el vinilo, no hay.

Dylan dice eso, que como el vinilo no hubo otra cosa en cuanto a sonido.
Y es que no hay, lo que pasa es que bueno... primero la tapa, el sonido general, grueso, es otra cosa. Vos tenés la tapa y es un hecho artístico. Yo tengo los vinilos viejos guardados, como colección, los de Zappa, los de Miles Davis... y es otra cosa.

Sos uno de los tipos que impulsó el rock acá, y también uno de los primeros en despegarte de un género en particular: ¿Cómo sentís que te ven los nuevos músicos, los más pibes? ¿En qué lugar te sentís vos frente a ellos?
La mayoría de la gente te ve como le permiten que te vea. Si no usás la cabeza, para razonar e investigar, todo lo ves igual. Es el efecto de la publicidad: todo es como si la vida pasara por un televisor (risas).
Hay de todo. Hay gente muy buena, que te quiere y te apoya y hay otra que no. La que no, casi siempre está relacionada con el business. Es gente que está cuidando su kiosco. Yo me siento muy pleno y libre de estar siempre actuando según mi educación. Lo cual para mí es como decir, según mi corazón.


LA CANCIÓN DEL MUNDO
Anticipo del próximo disco de Litto Nebbia & La Luz
Letra y música: Litto Nebbia
Octubre 2009, Madrid

Esta es la Canción del Mundo
Escrita para el que quiera
Porque no tiene bandera
Cruza la frontera
Vive a su manera…

Esta es la Canción del Mundo
Un manojo de la Tierra
Por los mares y los cielos
Sopló su pañuelo
Fijó la mirada…

Toda el Mundo tiene una canción
Cada hombre cada mujer
Tienen una canción en su alma
Solo hace falta que la busquen
Que la encuentren y la canten…

Esta es la Canción del Mundo
Que te encuentra donde sea
Te acompaña y te protege
Cuando alguien te extraña
Porque estás muy lejos...

Y aunque muchos no comprendan
En alguna ciudad
En cualquier lugar
Siempre estará...
Siempre estará...

Esa canción que llevamos adentro
Y nunca nadie...
Nunca nadie nos enseñó jamás...

Para ir



Me avisan por aquí de esta fecha y como soy un hombre bueno, la chiveo:

Jueves 1 de Abril, a las 8 y media:
David Amado + Nico Pulso y El Mejor Actor De Reparto + José Miel


En El archibrazo (Mario Bravo 437, Capital Federal)

Entrada: $10.

(Ya saben, con esos nombres tienen que ser buenos).

martes, 9 de marzo de 2010

Aquelarre: los brujos y el tiempo

Quizá Aquelarre sea uno de los grupos más injustamente olvidados por el gran público del rock argentino. A pesar de haber sido una de las bandas que surgió tras la separación de Almendra, su historia, transcurrida entre Argentina y España, no es conmemorada con la justicia popular que debiera. Acá, un repaso por sus primeros dos discos: el clásico debut homónimo y Candiles.


DE SEPARACIONES
Almendra, quizá el mejor grupo de la historia del rock argentino, dijo adiós a fines de 1970, el mismo año en que los Beatles detuvieron los jóvenes corazones rockeros del globo al anunciar que todo había acabado, que de ellos no había más. El efecto dominó que generó la despedida de los cuatro de Liverpool se cargó en pocos meses a los tres grupos que hicieron explotar lo que ahora llamamos rock nacional: los ya nombrados Almendra, Los Gatos y Manal. (Cuando sos influyente, sos influyente en todo).

Del conjunto en el que descubrimos -bah, algunos ni habíamos nacido- a Luis Alberto Spinetta, se desprendieron tres nuevas fuentes de música: Pescado Rabioso, con el propio Flaco terminando de convertirse en uno de los compositores más brillantes que se haya visto en Latinoamérica -y un espécimen artístico raro de calificar en el mundo entero, me atrevo a exagerar-; Color Humano, con el guitarrista de Almendra, Edelmiro Molinari, como principal figura y voz; y quienes me ocupan ahora, los Aquelarre, que contaban con la “base” de Almendra: el bajista Emilio Del Guercio y el baterista Rodolfo García.

Llamativamente -y no tanto, porque los cuatro integrantes de Almendra se demostrarían individuos muy creativos-, los conjuntos tenían poco que ver entre sí: Pescado era puro fuego, sin dudas el momento más incendiario y rockero en la carrera de su líder; Color Humano, trío como PR, desplegaba, sin embargo, cierta parsimonia en su música, y en Aquelarre se encontraba un cuarteto delicioso, capaz de elucubrar piezas complejas y líricas, de esas a las que el oído prueba varias veces hasta que les encuentra el sabor.

Acabo de decir que Aquelarre era un cuarteto, pero no conté quiénes eran los dos músicos que completaban el número. Héctor Starc, quien se encargó de las guitarras, venía de tocar en el Héctor Starc Trío junto a Black Amaya y Rinaldo Rafanelli -el primero terminaría en Pescado Rabioso, el segundo en Color Humano, éramos tan pocos...- y fue abordado por Rodolfo García a fines del ’70 tras una actuación con el trío en la primera edición del legendario festival B.A. Rock. Fue el primero en aceptar.

El cuarto en cuestión, Hugo González Neira, tocaba el clavicordio y había pasado por un par de grupos de jazz y blues. Se conocía con Starc del Instituto Di Tella, y así fue que lo llamaron para integrar el proyecto: con su sonido particular -el clavicordio, pero también el de su imponente voz- terminaría de conformar un grupo que se estrenó tímidamente en la versión 1971 del festival B.A. Rock, aun sin nombre.

AQUELARRE, EL DEBUT
Después de variadas presentaciones por un pequeño circuito que comprendió lugares como los teatros IFT y Margarita Xirgu, el Parque Lezama y el cine Pueyrredón de Flores, y con la banda en constante búsqueda de un estilo innovador, llegó la presentación oficial el 17 de marzo de 1972. La sede fue el cine Lorange, y la película del día fue este cuarteto de rock que, dicen, dejó boquiabierta a la audiencia con su sofisticada potencia, sumada a un impacto visual que generaron los juegos de luces y las proyecciones que decoraron la escena. Aquelarre ya tenía abundante material para llenar un concierto, y cuatro ases que volvían a la banda un cóctel irresistible para los buscadores de aventuras musicales. Cantaban todos, y tocaban de veras bien. La ausencia de un líder-estrella era por demás algo extraño, y el protagonismo se dividía en partes iguales incluso compositivamente.

Gracias a un contacto de Daniel Ripoll, editor de la revista Pelo, la banda llegó a Alfredo Radoszynski, el director del novel sello independiente Trova. Pocos meses más tarde, ya habían grabado sus dos primeros discos casi de manera simultánea: las ideas eran claras y las composiciones sonaban imperecederas, por lo tanto en el seno del grupo se propusieron no dejar ni una sola pieza sin ser registrada.

El debut, que llevó el nombre de la banda, reafirmaba lo que ya había sido mostrado en sus contadas presentaciones previas: la destreza de los instrumentistas, la famosa bola de ruido en la guitarra de Starc, cantantes excelentes que intercalaban sus voces -principalmente González Neira y Del Guercio- en piezas que daban lugar a la improvisación, y arreglos entre el jazz y el rock progresivo.

La portada fue dibujada por Emilio Del Guercio, y aquel peculiar sujeto comiendo una sopa de instrumentos cosechó varios elogios y sirvió de muestra para notar que en Aquelarre la preocupación estética comprometía a los propios músicos hasta este punto. El bajista también diseñaba los afiches de sus presentaciones.

Ahora sí, vayamos a Aquelarre. La apertura es "Canto, desde el fondo de las ruinas" un tema de introducción potente con gancheros riffs de guitarra, atmósfera densa y letra oscura (al menos eso puede derivarse de una letra que repite tanto las frases “no, no puede ser” y “no, no puedo ver”). ¿Por qué Aquelarre dice cantar desde “el fondo de las ruinas”? Suponemos una explicación social para las letras, y no hay dudas que estas dejan pistas claras respecto de la realidad política de aquellos primeros ’70, cuestión que se acentúa aun más en el segundo track, "Yo seré el animal, vos serás mi dueño". La visión del futuro en esta canción poco tiene que ver con una utopía, y aquel presente dejaría las huellas de lo que vemos hoy. Más claro, echarle agua: “Vayamos a luchar, la historia se murió. Mamá no quiere dar a luz a un niño, porque dice que va a salir a matar con sus manos por las calles”.
Continúa "Aventura en el árbol", un blues de corte progresivo (dura casi nueve minutos) donde Starc se cuelga la medalla de guitar-hero, con improvisación grupal incluida. El sonido de la guitarra es violento y contrasta con las cuidadas voces en perfecta armonía.

Por lo general las piezas del disco superan los famosos 3 minutos y medio de duración ampliamente, para extenderse en improvisaciones de vuelo alto, tal como sucede en "Jugador, campos para luchar", con Del Guercio y su límpida voz haciendo los honores. Starc, otra vez, vuela en las seis cuerdas.

"Cantemos tu nombre" es la pieza que más se diferencia de las otras: aires acústicos en el año del primer disco de Sui Generis. Esta vez la voz que destaca es la de Hugo González Neira, que nos cuenta bellas imágenes bucólicas: “Cantemos tu nombre en casa, abran todas las ventanas/ lentos campos van a hablar, árbol de una sola calma, canto que gotea el sol. Hamaca tu propio cuerpo y en el aire soplo yo”.
El cierre es intenso como casi todo Aquelarre, y la sexta y última pieza, "Movimiento", es ante todo un duelo de riffs entre teclados y guitarras. Pero si escuchamos bien, la letra dispara una pregunta interesante en años de la infame Revolución Argentina, que imponía a Lanusse como presidente de facto: “¿Qué figuras quieren nacer desde este fuego, en este enloquecer?”.

ENCIENDE LOS CANDILES
El mismo 1972, trajo una segunda placa de Aquelarre, grabada de manera simultánea al debut. En Candiles el grupo amplía sus horizontes musicales y sigue debatiéndose cuestiones sociales y políticas de peso en aquellos días. La portada en este caso no fue diseñada por Del Guercio: se trata de El aquelarre, la pintura al óleo de Francisco de Goya que forma parte de sus famosas Pinturas negras.

El disco también abre con una pintura negra: la polenta de "Cruzando la calle" revuelve en aquellos sucesos sangrientos en los que la muerte “te ronda”, como dicen. Poco tiempo antes, por citar un ejemplo, había ocurrido la masacre de Trelew -que sigue generando increíbles noticias aun hoy- en la que 19 miembros de organizaciones armadas peronistas/de izquierda, intentaron fugarse del penal de Rawson y, al frustrarse el raje, fueron fusilados por marinos dirigidos por el capitán Luis Emilio Sosa. Si aclaramos que Emilio Del Guercio se reconocía peronista, está claro por qué se reiteraban en sus canciones estas descripciones de la realidad (algo que, de todas maneras, se daba en gran parte del rock de aquellos días, sea cual fuere la inclinación política).

Candiles presenta más matices que el primer álbum, más eclecticismo que progresividad, aunque varios de sus temas derivaran en momentos de tensión y cambios rítmicos. Según relataron Del Guercio y García en una entrevista a Clarín, “en Candiles modificamos ligeramente el criterio de grabación. Las bases las tocamos como siempre, los cuatro juntos, pero trabajamos más en las sobregrabaciones con nuestro criterio casi artesanal y siempre acentuando la búsqueda de una identidad sonora”.

"Soplo nuestro", una balada reposada donde destaca el sutil trabajo de Rodolfo García en batería, corta el aire brumoso del comienzo, aunque no es necesariamente una canción feliz, sino más bien un momento melancólico con una dama como protagonista solitaria. "Hermana vereda", en tanto, devuelve la energía rockera, quebrada por un inesperado intermezzo psicodélico digno del San Francisco 1967. Cierra el primer lado "Cuentos tristes", otra canción más bien folk-pop, y a esta altura nos damos cuenta de que hay un ida y vuelta entre canción y canción del disco: se va del momento fuerte a la distensión.
"Miren a este imbécil", que abre la segunda parte, comienza despacito, como un susurro que terminará por explotar. Y sí, es lo que sucede... menos no puede pasar si, como canta Del Guercio, el imbécil “mata hermanos en la casa donde debe vivir”. Le sigue "Patos trastornados", el único tema instrumental entre ambos discos, que muestra el virtuosismo y la conexión musical derivados en un sonido irrompible, con una banda a mil y García imprimiéndole a la música una potencia inusitada.

Para el cierre de Candiles dejan la canción más bella del álbum, aunque leer la letra desespera... "Iluminen la tierra" pone en primera a persona a González Neira, en procura de un sol al que “no espera más”, y el coro a cuatro voces del estribillo emociona aunque asegure que “ha pasado tanto tiempo” y “mucho más ha de pasar” en la búsqueda de esa luz.

Con la publicación de Candiles, Aquelarre terminó por ganarse a la prensa y el público de rock, gracias a su (reafirmado) compromiso estético y poético, que demostraron en sus siguientes álbumes de estudio -Brumas de 1974, y Siesta de 1975- y en su estadía por España, donde, junto a Moris, ayudaron a la castellanización del rock en la Madre Patria (sí, aunque no lo crean, aún cantaban en inglés). Retornaron a fines de los ’90 para algunas presentaciones en vivo, y sus discos fueron recientemente reeditados en un box-set de lujo, para que, ahora sí, no los perdamos más de vista y oído: el tiempo les da la razón a estos brujos.