sábado, 28 de noviembre de 2009

Vago con suerte

Buenas cosas le pasan a la gente buena (eso dicen). Por eso, solucioné mi dilema (ver debajo para más información, si desea) y pude hacer efectivo mi canje, vía Mercado Libre. El sujeto tenía cara de bueno, y la misma ubicación que yo para el show de AC/DC, claro que para otro día. No niego un mínimo temor de que la entrada sea trucha -aunque me haya dado el ticket de compra y todo- pero como la cuestión es confiar o morir, aquí estamos.
Gracias a todos los que tiraron buena onda, en especial a la dama eMeYgriega que se ocupó del tema con dedicación y me mandó varios mails con data y ayudas varias.

Ahora, es raro. Debería de festejar con la música relacionada al asunto (don Luis, ya tengo mi ticket) pero encuentro interesante este retorno escrito para hablar de un grupejo de atorrantes que despertó las mejores sensaciones internas de mi ser en los últimos meses.

Algo así como un dream-team del under de los últimos días, los Onda Vaga son cinco señores (Nacho Rodríguez y Marcelo Blanco, ex Doris, junto con Marcos Orellana y Tomás Gaggero de Michael Mike, más Germán Cohen, de Satélite Kingston y la Orquesta de Salón de Pablo Dacal) que se juntaron a tocar, sin cables y por abuso de causalidad -cuatro de ellos estaban de vacaciones en Uruguay y allí largaron-, pero con las voces listas para bancar lo que venga. Así, aunque se suponían un conjunto de corta duración, la Onda creció cuando comenzó a sumar fechas y fechas encima, lo que sumado a la definitiva disolución de Doris -qué lastima- volvió a la banda un quinteto ya estable. Tiempo después de tocar y tocar, sintieron la necesidad de grabar un disco como carta de presentación: ellos mismos dicen que fue más por necesidad ante la gente que por otra cosa.

Y vaya si la carta de presentación les salió bien: Fuerte y caliente es un discón, un poco de sol en el deprimente contexto musical de, por lo menos, los últimos cinco años (déjenme ser bueno). Con Manu Chao como nave nodriza musical (?), Onda Vaga destila eso, desganados aires de simpatía y autenticidad, lo más cercano a la música-bailable-bien (escuchen y pongan el nombre que deseen) que haya dado el rock -¿es rock?¿importa?- por estos lares. Cinco tipos, cinco voces, e instrumentos que no hace falta enchufar: percusiones varias, trombón, criollas... aunque el caballito de batalla, vale repetir, son esas gargantas callejeras perfectamente fusionadas.

Suena a niños contentos narrando verdades simples, pero OV es bastante más a medida que las escuchas pasan. Ir al baile, por ejemplo, dice: "Cuando a los doce lleve la bandera en el hombro me di cuenta que nada pesaba. Uh, sí, la culpa la tuvo la maestra de cuarto, cuando me hizo jurarle a la nada. Yo solo queria ir al baile". Vale preguntarse si el baile es la vida misma -no digo Gran Hermano, digo la vida de verdad- o el deseo de un pendejito de poder salir de joda a la noche, pero no dudo de que la lírica es irreverente y original. Es decir: puede ser lo más profundo o lo más banal, y uno mismo lo decide. La apropiación de Cómo que no, del legendario y yorugua Príncipe -¡no el Enzo, Gustavo Pena, giles!- y la lúcida argentinización de los versos también es un punto alto: "Los pibes alla en la esquina están como dibujados, nadie paga sus pecados, no les socorre ni dios. Esperan la tardecita, ay, y se van pa' la placita, beben y fuman paco, después oyen reggaetón, porque esperan que en el cielo esté el amor... que no les diste vos. !¿Qué no?! ¿Cómo que no? Mírate, míralos".

Por supuesto, semejante nombre que eligieron para el proyecto, tiene también sus perlas hedonistas para danzar un poco, como Sequía de amor y Gilda, con Fito P. como invitado (¡cómo estás Rodolfo!). Además, Nacho rescata un hit de su ex banda y se mandan nuevamente con ese gran rodeo sexual llamado El experimento, y una dulzona versión a la brasilera de Havanna afair, de nuestros queridos Ramones (si Johnny estuviera vivo y la escuchara... mejor no pensarlo).

Simples, rebosantes de gracia, cual rockeros juguetones desarmando géneros, Onda Vaga suena a buena fiesta. ¿A alguien no le gusta eso? Bueno, entonces déjelos pasar, amigo aburrido. Los demás, están todos invitados a divertirse y reflexionar al mismo tiempo. Sí, se puede.