viernes, 28 de noviembre de 2008

Ácido y profundo

“Entre febrero y mayo de 2005 graban Nada es rosa, su tercer álbum, en el que la versatilidad interpretativa de Mariana Bianchini da vida a una serie de personajes que han dejado la infancia atrás para enfrentar un oscurecido entorno que no favorece las expresiones individuales de disenso. Las guitarras superpuestas en capas de precisa armonía, una base instrumental concisa, potente y polirrítmica, y baterías que remiten a los loops electrónicos, se suman a una notable madurez compositiva en letras y música, énfasis de la veta de energía punk que Panza siempre demostró en vivo”.

Entre la ironía y la melodía. Entre lo frontal y el más asqueroso (¡y necesario!) cinismo.
En esos terrenos se mueve Panza en Nada es rosa, su tercer disco (como dice el texto de arriba, extraído de su sitio oficial).

Banda nacida a fines de los ’90, Panza viene remando el under porteño, siempre a punto de despegar... En este discazo muestran una combinación mortal de letra y música, en el que todas las piezas suenan furibundas y mucho le deben a la voz de Mariana Bianchini, con su excelente y perverso estilo (puede sonar amenazante y muy malvada si se lo propone; tiene un manejo de la voz notable). Mariana es acompañada por un trío (Sergio Álvarez en guitarras, Franco Barroso en bajo y Pablo Contursi en batería) que la sostiene con fuerza y efectividad. Álvarez le da lo que necesita a cada tema, tiene un gran sentido rítmico (toda la banda lo tiene) y pela un sonido pesado que cubre bien todo hueco. La base encuentra en Pablo Contursi, el batero, a un interesante instrumentista, original. Mediante esa emulación de loops con su instrumento, le da a la banda un toque electrónico sin necesidad de máquinas... más que él mismo.

Ahora vamos más profundo al disco: Nada es rosa es un canto en contra de lo que se supone que debe ser. Temas como el que da el título, Bailarina anarquista (“me escapé del mundo que habían armado para mí / me escapé del mundo rosa y el final feliz”) o Moscas (“porque no pienso como el resto siempre molesto”) sirven de perfecto ejemplo para ello. Parece que la protagonista de las lyrics se siente incómoda en todos lados, y terriblemente frustrada por lo que pretenden de ella y de lo que su pequeña persona tiene para dar. Que sea mujer no es un detalle menor en este caso, en especial por las cosas que canta la dama. ¿Rock feminista? Ni por asomo: Panza trata de tirar abajo los conceptos establecidos, esos que no te permiten ser diferente, los que no dan lugar al disenso, como dice el texto de arriba. En DNI, el cierre del LP, queda demostrado: se canta en contra de los estándares de lo “femenino” y lo “masculino”. Si ser femenina es vestirse de rosa, cantar canciones bobas y estar siempre hermosa, ella no lo es. Y si ser masculino es proteger a la mujer o querer llorar y no poder, tampoco.
El camino que eligen en lo musical se debate entre la oscuridad fuerte de las melodías, algunos estribillos pegadizos y la agonía que propone la combinación amplitud de registro de la hermana del bajista de Árbol + banda tensionada. Dentro de una misma canción generan diversos climas, de vez en cuando hacen salir el sol... Saben jugar con rítmicas irregulares y suenan auténticos... A mí ya me dejaron con la panza llena. Ustedes, exigente público, sabrán decir.

martes, 11 de noviembre de 2008

De regreso (Mirtha...)

La cosa es simple: hace rato estoy sin internet en casa y por eso -aunque a algunos no les parezca excusa válida- este espacio no se actualizó debidamente. Además, factores laborales (cualquier intromisión ferrocarrilística en los textos no es pura coincidencia) y de cabeza quemada (cosa que sucede en este preciso momento cuando son casi las tres y mañana -hoy- despierto a las seis) influyeron en la demora. Me sorprendió observar que en todo este tiempo de ausencia, el disco de González-Vita fue bajado por unos cuantos, así que retorno re copado. Gracias chicos.
Y para volver a lo grande (?) después de tanto tiempo, aquí van cinco discos que me alegran los viajes por Buenos Aires, sea conurbano o Capital. O sea, cinco discos que hasta Baglietto debería tener en su reproductor de mp3, 4 o 5.



Conor Oberst - Conor Oberst: el CD buena onda del año, definitivamente. Conor se sacó los ojitos brillosos y también un poco de melancolía; se puso su nombre (qué jodido es pronunciar Oberst, la pucha) y se mandó con temazos como Get-well-cards (canten todos: “Right there, that's the postman sleeping in the sand!”), Danny Callahan y Moab. Simple y lindo como para caminar por, ponele, Moreno, y que te invadan las buenas vibras justo cuando estabas (o estaban) por tirarte a las vías del Sarmiento. Y si se prende fuego, que sea escuchando I don’t want to die (in a hospital) mientras escapás de la tecnología de punta cortesía de TBA.
Ah, tiene edición nacional, no sean ratas...



John Mayer - Room for Squares: hasta hace muy poco ignoraba por completo la música de este muchacho. Sabía que era un mimado de bluseros y jazzeros capos-capos, y se suponía que era un gran violero. Me pasaron este disco... y la primera impresión fue “esto es pop maricón para mujeres”. Si bien mi pensamiento respecto del disco mucho no cambió, ahora esa frase suena positiva y, sí: acá está su lado más melódico y perfectito, pero aún así me gana porque está muy pero muy bien, con mucho pop y algo de funk. Escúchenlo, que la primera vez van a putear pero la segunda van a admitir que John Mayer no es un tipo que cae bien de una, sino que te hace confiar en él al tiempo. Además, ha mostrado en sus discos más recientes un lado rockero también interesante; y sí, toca... con dos nenes que también tocan un poquito.



The Shins - Wincing the night away: No sé qué es lo que me hace pensar que esta banda es muy pero muy pero muy pero muy Beach Boys. No lo sé porque no es tanto. Pero no crean que eso sea malo, porque está buenísimo... No se me canta decir mucho de estos muchachitos oriundos del pueblo por el que Homero hizo huelga de hambre para luego ser defendido por Duffman (sí, me fui a la re mierda, dormí poco y es tarde) porque alcanza con citar una sola canción: Australia es la gloria, el tema que me despierta cuando estoy dormido en el Urquiza, de lo bueno que está.



The Silent League - Of stars and other somebodies: otros mariconcitos (espero que nadie sea susceptible y entienda el uso de la palabra). Ya el nombre de la banda y el del disco lo son, y sirven de identificación para lo que se va a escuchar: según Wikipedia son post-rock y/o chamber pop. Como yo nunca entendí muy bien para qué degeneramos tanto la cosa inventando géneros que nadie sabe muy bien qué carajo son, la hacemos fácil: ¿te gustan las canciones linditas y mariconas, de piano o de guitarra, bien arregladitas, de esas que escucharías caminando por Shan Ishidro con la alegría de vivir ahí? Bueno, bajatelo y listo. Y si vivís lejos de San Isidro también bajatelo. ¿No querés? Bueno, entonces no. Pero si se copan mejor.



Martin Newell - The greatest living Englishman: tremendo tremendo tremendo. Salido del cofre de sorpresas de mi amigo Bonito Lunch, este disco es perfecto para toda situación: de fondo en una joda, caminando por cualquier lado, cruzando incorrectamente la calle, esperando eternamente el colectivo... Es imposible que te pongas de mal humor si sale la voz de Martin Newell por los auriculares con joyas como Goodbye dreaming fields, She rings the changes, The jangling man, A street called prospect… o la que sea, son todas canciones notables. Para colmo, Andy Partridge mete mano en la producción y participa de varios temas. Y se nota.

Ni se les ocurra pasarlo por alto.




(Nota del autor: juro que no consumí drogas para el armado de este post. La droga soy yo).