jueves, 24 de octubre de 2013

109 Discos de Rock Argentino: los porqués


Anuncié que entre post y post con los resultados explicaría en profundidad las razones de la encuesta y aquí vamos. Los motivos para hacerla y que se titulara 109 Discos de Rock Argentino fueron, esencialmente, estos.

Discutir el término "rock nacional" como concepto englobador de todo el rock argentino: desde que tengo memoria y escucho música, al rock argentino se le da el mote de “rock nacional”, término que nos sirve para etiquetar a un conjunto de grupos históricos e incluso para diagramar en nuestra mente cierto sonido que corresponde -por lo general- a ese grupo de grupos: los que comenzaron todo a fines de los sesenta, y la oleada de bandas surgida con el retorno de la democracia en 1983. “Rock nacional” parece ser un término inclusivo pero creo que sucede todo lo contrario: para serlo hay que pertenecer. O, mejor dicho, llegar.

Porque, ¿qué sucede con los grupos nuevos, del underground, a la hora de hablar de “rock nacional”? ¿En qué nicho van, a dónde pertenecen? Incluso grupos que fueron muy votados en esta encuesta quedarían afuera de ese círculo porque las puertas del “rock nacional” como institución parecen haberse cerrado casi completamente post-Cromañón. ¿Es rock nacional El Mató A Un Policía Motorizado? ¿Es lo mismo que Los Gatos, Manal, Vox Dei; o Soda Stereo, o Los Fabulosos Cadillacs? Ni siquiera entre sí se puede decir que esos grupos sean lo mismo, lo sabemos, pero todos ellos cayeron en momentos exactos de esta historia... por cuestiones sociales, políticas -y hasta tecnológicas-, post-rock chabón parece que hubiera muerto el “rock nacional”. ¿Por qué? Porque murió el mainstream. ¿Puede alguien creer que no hay más rock argentino porque no hay rock nacional con fuerza en los medios? Increíblemente… ¡sí! Es un pensamiento que se repite desde que tengo memoria y que con la encuesta quiero desterrar: la historia del rock argentino es rica y continúa.

Como buen ejemplo de todo esto viene bien el caso de Ricardo Iorio, un músico que siempre renegó -sí, es gracioso e insoportable- porque se lo dejaba afuera de ese círculo de privilegio: recién luego de 30 años de carrera y de una popularidad que devino mediática, se puede decir que sus grupos forman parte de la entelequia “rock nacional”. Se lo institucionalizó como una figura relevante.

Por último, sabemos que ciertas palabras tienen significados múltiples: el término “rock nacional” se instaló en el inconsciente colectivo durante la última dictadura que hubo en este país; se hablaba de nacional para contraponer la música argentina por sobre la extranjera -básicamente, la que era en inglés- que fue prohibida por los militares: no se podía pasar música en ese idioma cuando Malvinas, ya que ellos eran el enemigo a combatir. Tantas cosas han cambiado desde entonces que seguir acuñando un término que surgió en esa época y en ese contexto, resulta espantoso… Vale recordar que el “rock nacional” fue antes la “música beat” y luego la “progresiva”, que combatía a la “música complaciente”.

Por todo esto, me pareció más inclusivo hablar de rock argentino. Rock argentino es todo, rock nacional, una porción: probablemente, la que suena en ciertas radios. ¿Es un término más indefinido, amplio, que no se casa con una sola corriente; difícil de enmarcar? ¡Sí!
¿Y no es acaso lo que nos gusta del rock?

No hay disco “mejor”: es difícil y soberbio arrogarse un trabajo propio como la selección de lo mejor de un rubro, cualquiera sea. En casi 50 años de historia, sabemos bien qué discos son claves a la hora de comprender al rock argentino como movimiento. Pero como los participantes realizan elecciones totalmente subjetivas, me pareció violento endilgarle al mundo que 300 personas dictaminarían que los discos que salen publicados aquí son los mejores que se hicieron en la materia rock argentino. Por eso, a cada participante se le pidieron sus álbumes favoritos: la diferencia parece sutil, pero el cambio de palabras no es un mero eufemismo ya que, para los votantes -y me lo dijeron varios de ellos-, la elección de un disco como "favorito" incluye las vivencias personales, o la defensa de un disco que consideraban olvidado, entre otras cuestiones. A la hora de hablar de nuestros discos más queridos eso fue lo que sucedió y, además de ser un juego menos violento, si se quiere, es ilimitado: los electores no debieron pensar como periodistas los discos que por obligación debían estar y cada uno fue a sus recuerdos más vívidos.

Aquí, entonces, sabemos que estamos dando una visión parcial de la historia; es la que vivimos quienes participamos de la encuesta, no es la historia toda. Los títulos de este tipo de trabajos suelen incluir adjetivaciones terminantes para llamar la atención o para vender, lo sabemos: pero sin querer queriendo bajan línea y excluyen.
Como no deseamos que esta sea la historia oficial -más bien todo lo contrario-, decidimos que los discos no serán los mejores, sino que son los 109 que quienes participaron eligieron esta vez. Y que tan sólo es una puerta a un mundo mucho más amplio.
(Y ya que estamos, no somos tan solemnes y terminantes, ¿cierto?).

Funcionar como contraencuesta del ranking ideado por la revista Rolling Stone: este punto es el resultante de los dos anteriores. Suena estúpido, pero sentí que alguien lo tenía que hacer. ¿Por qué contraencuesta? En junio de este año, la revista Rolling Stone publicó una edición especial con el listado de “Los 100 Mejores Discos del Rock Nacional”, en el que reeditaron un trabajo realizado previamente (en 2007) con "actualizaciones". Sólo de leer el título que le dieron -“mejores”, “rock nacional”- alcanzaría para comprender, pero no sólo en esos puntos estoy en desacuerdo con lo publicado en la revista.

Por lo pronto, vota también un jurado de músicos y periodistas pero, oh detalle, casi no votan músicos ni periodistas emergentes, sino que buena parte de ellos son gente consagrada. No quiere decir que eso esté mal, pero se me hizo un tanto escueta la visión que podían dar músicos de 40 años para arriba: por eso me ocupé de que aquí participen músicos y periodistas de veintipico, aún no consagrados por la industria pero que tienen su voz no sólo para cantar.

El detalle escabroso es que el jurado que votó en la encuesta de Rolling Stone hace seis años es el mismo que publicaron hace unos meses: en él figuran, por ejemplo, Gustavo Cerati y Pajarito Zaguri. ¿Qué quiere decir? Que no se hizo una nueva votación, sino que la actualización de discos -la lista de 2007 cambió respecto de la publicada este año- la realizó un grupo de periodistas de la revista: una decisión más que discutible ya que descalifica lo elegido por los convocados. De estos sólo aparecen publicados los nombres pero no sus votaciones, por lo que ni siquiera se sabe qué destacó cada uno. Sentí que todo eso debía ser distinto, por eso aquí mi voz es una más dentro de la encuesta y lo que ven y verán publicado es lo que votamos entre todos, no un recorte hecho por mí y quienes me dieron una mano trabajando para el blog estos meses.

Vale recordar que votaron y escriben e nuestra encuesta periodistas que trabajan en Rolling Stone: el problema no son ellos -hay muchas plumas destacadas y gente que respeto y admiro dentro de la revista- sino la metodología que se decidió a la hora de encarar su encuesta.

En fin, todo concluye en algo: el rock argentino ya es un folclore dentro de nuestra cultura popular y merece de estas revisiones para que no olvidemos que, aunque lo quieran dar por muerto, es tradición y futuro.

Salud.

sábado, 12 de octubre de 2013

109 Discos de Rock Argentino: #109 a #85

Al fin, después de tanto anunciarlo, largamos la primera tanda de resultados de la encuesta 109 Discos de Rock Argentino. Decidimos dejar los textos con anécdotas de la votación -que comenzó hace tres meses- y nuestros motivos para embarcarnos en esta locura para más adelante: serán publicados entre post y post con los resultados finales. Ahora, preferimos que vayan sabiendo algo de lo que votaron los casi trescientos capos que eligieron sus 15 discos favoritos del rock de acá y confeccionaron esta lista final.

La selección de discos asciende a 109. ¿Por qué? Simple: en el puesto 100 había 10 discos compartiendo la misma cantidad de votos y me pareció injusto dejar afuera 9 álbumes por capricho propio. Entonces, ordené esa decena de manera cronológica dentro de la lista, del más viejo al más nuevo (lo mismo se hizo con otros discos que tenían igual cantidad de votaciones en otras zonas de lista, privilegiar al más viejito).
Espero disfruten los textos que acompañan esta selección de álbumes de todas las épocas: muchos amigos nos dieron una mano y enaltecen y amplían nuestra visión con sus palabras (aclaro por las dudas que los discos sin autor entre paréntesis los escribí yo).

Sin mas, aquí van, del puesto 109 al 85.


#109
Acorazado Potemkin - Mugre 
(por Ale Do Carmo)
Oui Oui Records - 2011

Mugre es el debut del trío conformado por el bajista Federico Ghazarossian (Me Darás Mil Hijos; ex Don Cornelio y Los Visitantes), Luciano Esaín (Valle de Muñecas y Motorama; ex Flopa Manza Minimal) en batería y Juan Pablo Fernández (ex Pequeña Orquesta Reincidentes) en guitarra y voz: presentan un disco lleno de fraseos arrabaleros, métricas casi imposibles, letras intimistas y furibundos arranques eléctricos, todo perfectamente desarreglado y ordenadamente disperso. Competidor firme a la corona del disco definitivo de postpunk argentino que aun hoy ostenta el debut homónimo de Don Cornelio, en Mugre, Nick Cave y Lou Reed se dan la mano con Girondo y Discépolo, conformando uno de los debuts más logrados de los últimos años. Aunque no sólo de postpunk vive el hombre, y ahí están Desayuno -con esos aires a Neil Young-, la épica de Gloria y el aroma a desierto de Puma Thurman, para ponerle un poco de luz a tanta oscuridad. Otra vuelta por favor, ¡y sin lavar los vasos!


#108
La Perla Irregular - La novena utopía 
(por Manuel Bence Pieres)
De Regreso a la Fantasía - 2009

En la era del mp3 y lo instantáneo, mientras algunos declaran el fin de la historia, La Perla Irregular le hace honor a la tradición del long play, haciendo discos conceptuales que se escuchan de pe a pa. En cinco años han grabado cuatro discos, además de un single y un EP. La novena utopía, su segundo álbum, es el que de mejor manera representa el nombre del grupo: la acumulación de arreglos y melodías, y la exquisita orquestación producto de la pluma de Pablo Vidal (compositor de todos los temas) remiten al concepto “barroco” al que se hace referencia. Hay lugar para el beat de los 60s, largos interludios instrumentales, canciones de amor (y desamor), zambas y  blues con guiños a Pescado Rabioso. Sus letras oníricas, en ese espacio que crea el grupo para la fascinación, nos trasladan a otro mundo (“aquí no es real, donde el ladrillo se hizo amor”, cantan en Donde el ladrillo). La Perla Irregular, una de las últimas utopías del rock made in Argentina, les sopla en la oreja a los predicadores del fin de la historia (del rock): “Conocimos al mundo de hoy, ¡dijimos sí, no tiene fin!”. Año tras año lo vienen demostrando con sus discos. ¡Y sino escuchen su último álbum, América!


#107
El Mató a un Policía Motorizado - Día de los muertos 
(por Ezequiel Ruiz)
Discos Laptra - 2008

Una celebración típicamente mexicana como título de catástrofes naturales o para contemplar el desastre desde el techo, armado con un rifle. El fin del mundo nunca fue tan dulce hasta Día de los muertos: poco antes del furor zombie y bastante antes de 2012, El mató cerró su trilogía, y un concepto de “vida, desarrollo, muerte”, con el disco más cinematográfico de su cosecha justo cuando su recurso melódico menos-es-más se estaba agotando (es lo último registrado sin el tecladista Chatrán Chatrán, clave para la evolución musical del grupo que vendría después). Día... es menos hitero que sus predecesores, pero aunque siempre dijeron desconfiar de pegar el salto, sirvió para pasar del Salón Pueyrredón a La Trastienda: la presentación oficial en Capital fue ahí, introducidos por un Fabián Casas encapuchado, que nos instó a “cerrar los blogs, cerrar sus facebooks” y disfrutar del ruido blanco motorizado sin pantallas de por medio. Por la misma época, Casas también subió con ellos en Niceto para cantar Mi próximo movimiento, tal vez el tema fluo del álbum, hoy en una de las cortinas de TVR.


#106
Massacre - El mamut
Pop Art Discos - 2007

Editado exactamente a 20 años de su debut, El mamut significa el (tardío) reconocimiento popular a una banda que ya desde la década anterior había pelado discos de gran factura -ahí están, esperando ser redescubiertos, Juguetes para olvidar y Galería desesperanza, sólo por mencionar un par-. A lo largo del álbum, Massacre mira de reojo las paradojas de un rock demasiado insertado en la cultura popular -“ya no es himno de boicot a Vietnam”-; recuerda algunos sucesos de la política nacional postperonoide -Estamos en problemas- y, como siempre, enumera las diversas neurosis de Walas -Divorcio, Clavos y globos-, quizá el último frontman con gracia que haya aparecido en el rock mainstream argentino. ¿La música? Una bomba tras otra, con las guitarras de Pablo Mondello como faro para solos monumentales -La orquídea blanca-; y hits que antes no eran -La reina de Marte-. La victoria de los losers pocas veces fue tan justa como en este caso. 


#105
Fun People - The art(e) of romance
Ugly Discos - 1999

Recitales anunciados en los diarios como hardcore gay anti-fascista, militancia vegana y pro-abortista y un cantante petisito y de rastas amarillas y largas: esos datos fríos son lo primero que se me viene a la mente cuando rememoro lo (poco) que sabía de Fun People a comienzos de 2000. En el medio, fui conociendo después, había una discografía extensa de la que emerge como joya The art(e) of romance, producido por un sabio en la materia rock visceral y de guitarras fuertes: Steve Albini (Nirvana, Pixies). Las melodías amigables de Middle of the rounds -con esa combinación tan característica de inglés y español que registró Nekro- y Leave me alone funcionan por contraste ante los arrebatos acelerados y/o ásperos de One day (like Wilckens), Question y F.M.S. (Fuck Male Supremacy) -otra bandera que agitaron desde entonces. El puente entre ambos mundos lo tienden Water, Vivar y la genial Vientos, el canto autogestivo de los ’90: “sopla bien fuerte porque no me vas a tirar”.  Si pudiera es la confirmación del desprejuicio y la apertura a otros estilos del grupo: una canción de aires latinos… ¡con recitado y todo!


#104
Babasonicos - Babasonica 
(por José Miccio)
Sony Music - 1997

Combinación adictiva de rock pesado (Egocripta, Demonomanía, El adversario) y baladas retorcidas (Sharon Tate, Esther narcótica, Parafinada), Babasonica es una misa negra dedicada a un Belcebú de cine clase B. El juego incluye venados muertos, machos cabríos, sangre de gallo, mandrágoras, eclipses, vampiras lesbianas y, por supuesto, el número de la Bestia, que en la notable Seis vírgenes descalzas aparece proyectado sobre un ombligo. En medio de este satanismo de cartón pintado crecen dos yuyos embriagadores. El primero es el lenguaje. Dargelos alcanza en Babasonica el máximo de su capricho: tira palabras como un poseso o un atleta tras alguna marca histórica, libera el sonido de las sílabas, regala esdrújulas, canta “confundistes”. El otro yuyo dorado es la ficción. Artificio puro, colección de citas y antifaces, Babasonica despega drásticamente la voz del cuerpo que la produce. Detrás del juego y de los personajes no hay ninguna identidad. Sólo una materia viscosa a la espera de otra máscara.


#103
Los Visitantes - Maderita 
(por Federico Anzardi)
MCA - 1996

Palo Pandolfo encuentra detractores o admiradores, sin término medio. Con su manera de cantar, entre desafinada, atravesada por veinte gallos y una desprolijidad poética que se lleva excelente con la fiereza punk acústica del delta que transmite Maderita, condujo uno de los trabajos de culto de la década del 90. Disco alegre, hippie, biblia hipster, plagado de hits de trinchera (Estaré, Bi bap um dera, Tapa de los sesos, Sapo sapo) que sirvieron para musicalizar desde un bar progre de los años previos a Acá Sí Que No Se Coge hasta Videomatch. Rock, candombe, reggae, aires tangueros: Los Visitantes tenían tanto para dar que todavía no terminaron de impactar del todo. Éste fue el último disco del grupo que se calzó el traje de clásico; luego vendría una despedida deslucida. En trabajos solistas posteriores, como Ritual criollo (2008), Palo consiguió nuevamente ese equilibrio que predomina en Maderita, sin hundirse.


#102
Los Pillos - Viajar lejos 
(por Facundo Llano)
EMI - 1987

Los Pillos, para mí, es sin duda el grupo de culto de Argentina. A ellos llegué por Cienfuegos, la otra gran banda que pelea por ese título. De hecho, antes de la era de internet, pensaba que era un grupo anterior de Sergio Rotman por lo parecido del timbre de voz del cantante Adrián Yanzón. Los Pillos dejaron como legado un único disco -nunca editado en CD- que salió en 1987; claramente influenciado por el post punk de la época, pero que no sonaba a una banda local copiando a una extranjera. Había algo notoriamente porteño en el sonido del grupo: Conversaciones con la hierba, Poco placentero y demás canciones son himnos de sótano de una juventud en completa incertidumbre. Un par de años, un disco, un show con Siouxsie & The Banshees y todo terminó: el 1 de febrero del 1990 el baterista del grupo, Pablo Esaú, desapareció de la faz de la tierra, sin dejar rastro, alimentando el mito de la banda más misteriosa que dio la escena local.


#101
Seru Giran - Seru Giran 
(por Federico Anzardi)
Music Hall - 1978

Compuesto y grabado en Brasil en sesiones mechadas con ácidos y libertad artística, Seru Giran es media hora de ensoñación. Como Black Sabbath, es tres en uno: banda, disco y canción. Letras hermosas en lenguajes inventados, virtuosismo y pop radiante para años oscuros. Eiti Leda, un tema del Sui Generis más lisérgico que no pudo ser, y Seru Giran son las insignias de un debut extraño y poco convencional para los que después serían “Los Beatles argentinos”. Seminare es la única pieza crossover de una placa que perdura en el tiempo como uno de los momentos más volados de la carrera de Charly García. También es la presentación masiva de un jovencísimo Pedro Aznar y la confirmación de David Lebón como uno de los laderos más efectivos del rock argentino, además de uno de sus mejores cantantes. El disco envejeció mucho mejor que lo que auguraban las duras críticas iniciales que recibieron al grupo.


#100
Tanguito - Tango 
(por José Miccio)
Talent - 1973

Ramsés VII, Tango con hache intermedia, José Alberto Iglesias, Donovan el Protestón: Tanguito no tenía nombre. Tampoco tenía trabajo, y casi que no tenía casa. Vivo, era un trofeo para médicos y policías. Bajo tierra, lo fue para los devotos del padecimiento ajeno. Siempre es fácil decir, desde el prestigio bobo de la muerte: Tanguito era el náufrago posta, el cuevero más poronga. Pero mejor decir otras cosas, menos imbéciles. 1º) Sobrevivir no es una concesión al sistema. 2º) Tanguito no habría aguantado tanto tiempo en la imaginación rockera argentina -siempre pobre en mitologizadores de talento- si no hubiera sido algo más que un indisciplinado. Este no disco alucinante demuestra que fue un compositor exquisito y un cantante fenomenal. Jinete, Natural, La balada de Ramsés VII. El flaco que canta con su guitarra estas canciones precarias e increíbles termina abajo de un tren poco después de registrarlas en TNT con la ayuda de Javier Martínez. Hay algo absolutamente escalofriante en esta belleza rota: como si asistiéramos a un último esfuerzo del arte por salir de un cuerpo que no podrá alojarlo mucho tiempo más.

#99
Divididos - Narigón del Siglo…
BMG - 2000

Jorge Araujo, Diego Arnedo y Ricardo Mollo viajaron a Inglaterra para grabar nada menos que en los estudios Abbey Road su último gran disco. Aunque ellos mismos desestimaron la “magia” del histórico estudio beatle, en Narigón del siglo, yo te dejo perfumado en la esquina para siempre -tal es el nombre completo- despliegan lo más interesante de su repertorio ’00: el riff poderoso tras la intro oriental de Casi estatua; la dejadez y los vicios del hombre moderno en Vida de topos y Tanto anteojo; y el sonido contundente -Divididos es, antes que nada, un sonido contundente- de Elefantes en Europa, Pasiones zurdas derechas y el ácido Qué pasa conmigo. Sin embargo, la revelación de este disco son las canciones de tono intimista que hasta entonces no eran moneda corriente en el grupo: las soberbias Par mil y Spaghetti del rock -¡Divididos con cuerdas!-, y el remanso de Como un cuento, un reggae estremecedor: con estas tres canciones asomo el Mollo clean, y con él Esa Voz, más cristalina que nunca.

#98
El Otro Yo - Abrecaminos
Besótico Records - 1999

En el último año de la década en que asomaron con notoriedad, los miembros de El Otro Yo redoblaron la apuesta tras un disco triple más que novedoso -Esencia- en el que cada uno de ellos mostraba sus propias composiciones. Con la fundamental incorporación de Ezequiel Araujo -junto a él hicieron sus mejores discos-, los hermanos Cristian y María Fernanda Aldana y Ray Fajardo se despacharon con un conjunto de canciones enérgicas como siempre pero redondas como nunca antes: Abrecaminos es un compendio de hits, uno tras otro, donde depuran el estilo de guitarras al frente para dar su mejor cosecha de melodías. No me importa morir y La música fueron los caballitos de batalla y a su vez dos declaraciones de principios -una muestra la intensidad de toda su obra; la otra, la nueva cara- pero atrás hay más canciones, entre ellas las enternecedoras Arruncha y Ella se fue y la francoparlante y climática Violet. El título del disco fue premonitorio: un par de años después, El Otro Yo y su inocencia juvenil llegaban a Obras, por entonces el templo del rock argentino.

#97
Todos Tus Muertos - Dale aborigen 
(por Facundo Miño)
Gora Herriak - 1994

Actitud, banderas y sonido se conjugan para parir Dale aborigen, un disco inoxidable, fundacional dentro del rock latino y el mestizaje. Fue publicado en 1994, con Manu Chao, Fermín Muguruza y las primeras Actitud María Marta como invitados.
Aunque la idea de la muerte sigue vigente desde el nombre mismo del grupo (retomada luego en su disco Argentina te asesina) dejan atrás las “ganas de morirse” de El espejo, las noches agitadas en el cementerio y El féretro. Aquí, los climas lúgubres ceden terreno a dosis rabiosas de furia y a un discurso libertario que rescata las figuras de Sandino y de Mandela, reivindica la lucha guerrillera y le guiña el ojo al continente con particulares reversiones de Guantanamera y Adelita. Una propuesta multicultural (también coquetea con el hip hop, el reggae, fragmentos de tambor y voz; y hasta se permite ejercicios lúdicos en Andate o en Scubidú) que no reduce su espíritu punk: lo atraviesa y complementa.


#96
Los Fabulosos Cadillacs - El león 
(por Facundo Miño)
Sony Music - 1992

Aunque ya había indicios previos (las canciones Vasos vacíos -con Celia Cruz de invitada- y Demasiada presión, por ejemplo), El león representa un quiebre dentro de la obra de Los Fabulosos Cadillacs: Londres ya no parece la meca, The Clash y The Specials ya no son los únicos espejos a mirar. El perfil político también crece en canciones como Gallo rojo, Arde Buenos Aires o Desapariciones (de Rubén Blades) y por la invención de un héroe urbano y marginal bautizado Manuel Santillán. 
De todos modos, no es la amalgama entre sonoridades latinas y posiciones ideológicas lo único que define su condición de clásico. En el disco abundan los corazones rotos (El crucero del amor, El aguijón); y un Sergio Rotman muy inspirado regala gemas de amor (Siguiendo la luna) y desamor (Ríos de lágrimas). Al combo aún le falta un fantástico track de apertura, Carnaval toda la vida, himno nocturno-nostálgico-borrachín que resume y anticipa el espíritu del álbum.


#95
Los Encargados - Silencio
RCA - 1986 

Frutas, piedras y monedas fueron las amigas inseparables de Los Encargados en su famoso show del BA Rock ’82. Aquella presentación con absoluto rechazo popular oficia como buena síntesis de la carrera de Daniel Melero, factotum del grupo y gran outsider -¿oxímoron?- del rock argentino. Silencio, publicado cuatro años después del episodio festivalero, es el primer y único registro discográfico del grupo: la oscuridad tecno que se cargaron como precursores y que, pudiendo ser hit tras hit, resultaba por fundirse en un complejo de ostracismo, reclusión, encierro. Aún hoy suenan desesperantes esos sonidos gélidos de sintetizadores y baterías electrónicas; Sangre en el volcán, con sus grititos entrecortados, es un gran ejemplo. Pero hay otra muestra que no deja de ser pertinente más allá de su obviedad: si Soda Stereo hizo de Trátame suavemente su primer hit alla The Cure, Los Encargados (autores del tema) lo regrabaron deconstruyendo ciertas inflexiones de la melodía que resultaban más efectivas a la hora de sonar en las radios. Estaba claro que ésa no era la suya: no al menos la de Melero, ese hombre que mira todo desde el costado, con la sabiduría de que ahí está más que bien.

#94
Miguel Abuelo - Buen día, día
Interdisc - 1984

Publicado cuando la popularidad de Los Abuelos de la Nada ascendía a niveles estelares, Buen día, día destaca inicialmente porque participa en él un verdadero seleccionado del rock sudamericano (Claudio Gabis, Fito Páez, Osvaldo Fattoruso; además de los compañeros Abuelos). Entre la irrefrenable y vívida poesía de Buen día, día (la canción) y la excesiva alegría de La mujer barbuda parece haber un abismo, pero así era el autor: capaz de escribir una canción acerca de la excitación porque una vaca lo mira de frente; o despilfarrar versos cándidos y notables como los de Americano soy del sur: “América, ¿estabas allí mi América? / Gorda divina / Americano soy del sur, brioso y puro / Zorzal alerta / Puertas abiertas / Piernas latinas / Soy de Argentina / Toda una suerte / pongo al quererte”. Destacan además los aires orientales de Verili y las reversiones, propias y ajenas: la interpretación vocal de Miguel en La balsa es sublime y Mariposas de madera, en clave 80s y cantada a dúo con su hijo Gato Azul, se convierte aquí en un clásico eterno. 


#93
V8 - Luchando por el metal 
(por Diego Mancusi)
Umbral - 1983

El debut de V8 abre dos puertas en el rock argentino. La más obvia está incluida en su título: con el Carpo como padrino, la banda sube la apuesta del hard rock rutero de Riff y escupe un heavy metal ortodoxo y espeso que venera el tritono, traduce la NWOBHM y deja asomar con asombroso timing el vértigo thrashero que se cocinaba en el primer mundo. 
Pero no sólo el ruido comienza con Luchando por el metal. “Ya no creo en nada, ya no creo en ti, ya no creo en nadie porque nadie cree en mí”, canta Beto Zamarbide en Destrucción (¡nuestro Free bird!), expresando por primera vez en la historia del rock local la desesperación del joven de clase obrera suburbana. “Basta ya de signos de la paz, basta de cargar con el morral”, remarca en Brigadas metálicas, y así deja inaugurado un espacio de hermandad para el enojo concreto, peleador y laburante, bálsamo para la marginación y la represión y anverso del amor lumpen que promovía el movimiento hippie. Ricardo Iorio, caudillo y poeta, se estrena en estos nueve salmos en los que todo metalero argentino comulga.


#92
Los Abuelos de la Nada - Los Abuelos de la Nada
Interdisc - 1982

La formación más recordada de Los Abuelos de la Nada es un combo imbatible, un sexteto de talentosos en el que componían casi todos (exceptuando a Polo Corbella) y eran voces principales tres de ellos (Abuelo, Bazterrica y el pichón Andrés Calamaro), además de músicos de probada capacidad: pasados 31 años de la publicación de este disco, se ve aún más lógico que un grupo con tantos caciques triunfara. Parte esencial del rock argentino hedonista y liberado post-dictadura, en este debut producido por Charly García -y con los militares cerca de la retirada- el mayor legado es el cómo: el histrionismo de letra y voz de Abuelo es natural, atrapa, y sigue desafiando con su androginia el machismo mataputos de buena parte del rock. En tanto, el groove de la banda es inmenso por la versatilidad de sus componentes: es notoria la soltura para ejecutar reggae y funk combinados con el sonido new wave de esos días -escuchen sino Ir a más o Tristeza de la ciudad-, músicas que en el país no habían tenido tanta cabida aún. Cuarenta minutos que intentan ahuyentar la tristeza y lo logran.


#91
Seru Giran - Peperina 
(por José Miccio)
SG Discos - 1981

No se trata exactamente de un caso, pero lo que pasa en el interior de la obra de Charly García entre 1979 y 1983 expresa de manera insuperable el cambio más profundo e intenso que conoció el rock argentino en toda su historia. En cuatro años y tres discos, García pasa del setentismo puro y duro de La grasa de las capitales al credo pop de Clics modernos. El enfrentamiento entre estas dos obras maestras ocurre en el camino que lleva de una a otra. Bicicleta es todavía Grasa. Yendo de la cama al living es ya Clics. Peperina está justo en el medio. Dicho de manera salvaje: la reducción de los virtuosismos más notorios lo lleva hacia adelante; sus armonías entrecortadas lo mantienen todavía dentro del ámbito del jazz-pop. La obra maestra del disco -junto a la maliciosa Peperina - es Cinema verité, tal vez la mejor pieza cinéfila de Charly. Pero la canción más importante es Llorando en el espejo, que adelanta desde su base el pulso obsesivo de Yendo de la cama al living y participa desde su letra -bien tempranamente- del mundo merquero de los años ochenta, lleno de narices, líneas y cosas blancas. Última: quien guste de las T seguidas de CH del Ruso Lebón tiene para enfiestarse. Tche imaginas el lamentcho.


#90
Color Humano - Color Humano 3 
(por Federico Anzardi)
Microfón - 1973

No puede ser que el tiempo y la indiferencia de los medios provoquen el olvido de Color Humano. Disco que debería estar varios puestos más arriba, Color Humano 3 es la cumbre de Edelmiro Molinari.  El último trabajo de este power trío muestra una intensidad instrumental que no decae.  A través de los inviernos, Cosas rústicas, Hace casi 2000 años y Las historias que tengo muestran una solidez grupal que contrasta con lo mal que se llevaban sus integrantes entonces. Si algún día el rock argentino se pone de moda en los círculos elitistas del mundo, será por lo producido en los primeros años 70: Pescado, Pappo, Spinetta, Manal, Aquelarre y Miguel Abuelo se sumarán a Color Humano en esa hipotética conquista tardía. No alcanza con linkear los temas del grupo en Facebook. Hay que hacer, por fin, la nota larguísima que Edelmiro Molinari merece. En todas las revistas y suplementos, en todas las radios. Al mismo tiempo.


#89
Babasonicos - Miami 
(por Miguel D. Barrenechea)
Sony Music - 1999

Miami es el álbum que sintetiza a Babasonicos, su caos, capacidad y conducta. Encasillarlo como el anticipo de Jessico y la continuación de Dopádromo tras ese paréntesis sabbathico llamado Babasónica es, por lo menos, injusto. Llevados por una faceta más descarada y experimental en 18 canciones -una cantidad increíble para ayer y hoy-, en Miami hay historias de separación, delirio y destrucción. Allá a lo lejos, ante las tentaciones menemistas, estos tipos armaron un gran lienzo que apasiona. Es un disco variopinto que invita a dejarse llevar, así sea bailando intensamente con Desfachatados, Paraguayana y El playboy o con el remanso y lo etéreo en La roncha, Valle de Valium, Gustavo Show y Mal viaje. Desde el arranque con una fuga por Constitución en 4AM hasta el final apacible con Casualidad, Miami desarrolla un swing eterno y deja un sabor puntual y abierto a la vez: aunque es signo de una época, cada vez se pone más interesante.


#88
La Renga - Despedazado por mil partes 
(por Matías Córdoba)
Polygram - 1996

Despedazado por mil partes fue el cuarto disco de La Renga y la puerta de entrada de la banda a los grandes estadios. Allí, Gustavo Chizzo Napoli enlazó en once estampas barriales sus fantasmas y delirios íntimos (Balada del diablo y la muerte), las lecturas de Carlos Castaneda (Hablando de la libertad), los recovecos de la demencia (Lo frágil de la locura, El final es en donde partí), el enfrentamiento tácito con un sector de la prensa de rock (A la carga mi rocanrol), los deseos de libertad (El viento que todo empuja) y un sinfín de apotegmas con destino de bandera que transformaron al, por entonces, quinteto de Mataderos en una banda nacional y popular mucho antes del fenómeno nac & pop. Despedazado... se grabó bajo las órdenes de Ricardo Mollo (no fue el único disco de La Renga en el que participó el cantante y guitarrista de Divididos) y se transformó en un hito para los seguidores del grupo. Hoy, el álbum, es una cita ineludible a la hora de entender su influencia y el rock nacional de los años '90.


#87
Soda Stereo - Sueño Stereo
Sony Music - 1995

Soda Stereo retornó a los flashes luego de un parate -que sirvió, entre otras cosas, para que Cerati grabase su primer disco solista, Amor amarillo-, con el que sería su último álbum de estudio: este sueño es, en verdad, el eslabón perdido entre la intensidad alternativa de Dynamo y el errante trayecto del cantor de ojos claros como solista; un disco indispensable pero algo olvidado por la memoria popular (Canción animal se lo comió todo). Hay lugar para que destaquen las diversas facetas del grupo, algunas negadas por esa parte del público que siempre los tildó de frívolos: el rock espeso de Ángel eléctrico; el cancionismo acústico en la hermosa Pasos; el espacio logrado: fiestero en Paseando por Roma, denso en Disco eterno. Ella usó mi cabeza como un revólver se lleva todos los premios: una oda a la desesperación -¿amorosa? ¿cocainómana?, qué importa- de armonía y estructura impecables, ornamentada por un arreglo de cuerdas que tensiona y embellece. Atención: puede que aquí estén las mejores palabras de Gustavo Cerati.


#86
Los Visitantes - Espiritango 
(por Matías Córdoba)
DBN - 1994

De las letras de Palo Pandolfo se podría escribir mucho. Se podría decir que son tangueras o arltianas, por el hecho de que son crónicas suburbanas, algo así como aguafuertes escritas en unas hojas manchadas de vino tinto pero, claro, eso sería un lugar común; aunque verdaderamente cierto. Las letras de Palo Pandolfo, en especial las de Espiritango, segundo disco de Los Visitantes editado en 1994, parecen escritas en pleno deambular (sin el caos existencial de Don Cornelio y La Zona, pero sí como un testigo social capaz de describir perfectamente rasgos peculiares del día a día). Es decir, como canta Calamaro en uno de sus discos solistas: "las canciones las compongo caminando". Villa Domínico, Mecánica ciudad o Gris atardecer (por nombrar solamente algunas) parecen seguir ese delineamiento. No sólo esa poética convierte al disco en una obra capital del rock argentino sino también su sonido desprejuiciado y original, característico en la obra de Los Visitantes, pero que en Espiritango encontró su mejor versión.


#85
2 Minutos - Valentín Alsina 
(por Federico Anzardi)
Polydor - 1994

Valentín Alsina es punk barrial, un clásico a la altura de sus contemporáneos (Despedazado por mil partes, Tercer arco). Asco a la policía, odas a la birra, rechazo al laburo. Desencanto juvenil cuando en la Argentina no parecía haber futuro. La herencia directa de Avellaneda Blues, de Sucio y desprolijo, de Luca Prodan caminando en ojotas con un sánguche de salame por San Telmo. Un álbum que forma parte de la columna vertebral más proletaria del rock argentino. “Ya no sos igual, sos un vigilante de la Federal” debe ser una de las rimas más emblemáticas de los últimos veinte años (¡hasta recibió los elogios de Spinetta!). Representa los dogmas y las banderas chabonas anti caretaje que coparon la parada hasta ahogarse en República Cromañón. El tema, que tuvo alta rotación en MTV, se convirtió en un himno que será interpretado por generaciones infinitas. ¿Más? La versión de Como caramelo de limón anticipó el cruce marginal con la cumbia, algo que con los años se volvió moneda corriente.