miércoles, 12 de septiembre de 2012

Seba Rubin: lo mejor es el final (pt. 3)



Hermos llegado al final de la extensa charla con el subtitulado-magnético Sebastián Rubin. Para el final de nuestro diálogo quedaron tópicos más que interesantes por tocar: sus días en la facultad de economía como estudiante y fundador de la agrupación TNT -con compañeros que hoy ocupan un lugar de importancia en la política nacional-; el comando de un bar en el que se iniciaron varios grupos del under capitalino; un breve memorial de Grand Prix, su bonito conjunto anterior; y la sorpresa que aún le genera el éxito de Los Campos Magnéticos, su proyecto grupal más reciente.
Lean y disfruten de esta charla nutritiva (y si se perdieron las primeras rondas, acá tienen la pt. 1, y acá la pt. 2):


RUBIN, EL ESTUDIANTE

Vos estudiaste economía, una carrera que no parece ser muy compatible con la música. ¿En qué te ayudó?
La facultad te enseña a estudiar y aprender, te da herramientas que encontrás en otro lugar. La cantidad de matemática que vi en la facultad, o el leer libros sofisticados, papers y cosas que requieren de mucho trabajo, te ayuda. Por ejemplo, poder resolver un sistema de ecuaciones complejas, sin lugar a dudas desarrolló algún tipo de herramienta que me permite entender varias cosas al mismo tiempo: si puedo hacer eso, seguramente mi cabeza funciona de cierta manera y no me asusto ante varios problemas simultáneos. Y cuando producís un disco eso pasa, ¡una canción tiene problemas simultáneos!

Te ayuda a resolver como productor y arreglador, por caso...
En el punto de vista de lo racional de la música, que tiene mucha matemática, sirve mucho. Tardás mucho tiempo con eso; la multiplicidad de planos e instrumentos que puede tener una canción... y la armonía. La armonía es matemática, en un punto te permite no asustarte tener esas herramientas. La facultad te da un método de estudio que sirve para aproximarse a cualquier tema que te interese, incluso aunque sea algo totalmente inconsciente.
Y aparte, para grabar un disco hay que hacer números, no es fácil ver de dónde sacás la plata y cómo la ponés (risas).

¡Sos el que maneja las finanzas de Los Subtitulados! (Risas).
Sí, y de Los Campos también. Son cuestiones muy básicas de todas maneras, tampoco es un problema. Pero a veces creo que sería mejor desconocer esas cosas, ser un poco más inconsciente: si fuera realmente racional y tomara decisiones conscientes respecto de sacar un disco, no lo sacaría. Porque la posibilidad de ganar es bastante baja: todos jugamos a recuperar, es como una rueda de la fortuna. Por eso lo encaramos desde lo emocional y desde el placer que significa hacer los discos, sacar esas canciones que tenemos.

Vos fundaste la agrupación TNT junto a Axel Kicillof, ¿cierto? Ése es un aspecto poco conocido tuyo.
Sí, la fundamos con Axel y varios chicos más. Teníamos la sensación de que ninguna de las agrupaciones que estaba en ese momento representaba los intereses de los alumnos de mejorar su estadía en la facultad, y queríamos que las condiciones de estudio sean mejores. Bastante sindical la mentalidad, digamos. Se generó un compromiso con la educación pública, con la información que se maneja en la facultad y con la forma de hacer política; con sistemas perversos de negocios internos en la facultad... Una vez que metimos la pata se abrió un océano de cosas, tomamos todo con mucha responsabilidad. TNT llegó a ganar el centro de estudiantes, le ganamos a Franja Morada que era el oficialismo.

¿Cuál era tu función dentro de TNT?
Yo era el responsable de la difusión, me dedicaba a hacer los volantes -en joda, porque el humor era muy importante en la agrupación- con otros chicos. Era una parte importante del proyecto, mi militancia era más artística... ¡y era el disc-jockey de las fiestas! (risas). A la vez, claro, confiaba en Axel y los demás que se encargaban de otros detalles.
Fue una época muy linda. Yo terminé la facultad y seguí un tiempo más relacionado con TNT, después me desligué. Sería muy interesante que alguien contara la historia de la agrupación; la prueba está, de gente que salió de ahí adentro y llegó a lugares de importancia.

¿Seguís siendo amigo de Axel? ¿Qué te pasa cuando lo ves ahí?
Sí, sigo siendo amigo y Axel es una de las personas más brillantes que conocí en mi vida. Pero más allá de eso, conociéndolo a él y a su grupo de trabajo, ojalá los dejen trabajar de la manera que nosotros pregonábamos porque son gente que tiene una capacidad y una formación impecables. En la política a grandes niveles hay muchos intereses, por lo que deseo que trabajen libres de presiones: le haría muy bien a todos, los resultados se verán después.

Esto es algo que deduje atando cabos: ¿puede ser que junto a Axel y Lucas Bergman hayas tenido un bar?
Sí, claro, se llamaba Espero Infinito y lo tuvimos por dos años. Fue un bar en el que empezaron muchas bandas, todos los jueves había un recital. La historia de Grand Prix está muy relacionada a Espero Infinito, la de Pablo Dacal también... o Mataplantas, Jaime Sin Tierra, Rosal, se había generado una escena muy linda en el segundo año del bar, pero 2001 fue un año complicado.
Con Grand Prix presentamos el primer disco ahí y tocábamos mucho. Y sí, éramos cuatro o cinco socios, todos amigos de la facultad. Era un momento difícil para tener un negocio y lo vendimos, también por cuestiones profesionales, porque varios de los chicos se fueron a estudiar afuera. Pero terminamos con la mejor onda y si hoy estuviese abierto sería un lugar referente; era de esos lugares a los que la que gente va sin saber quién toca. Eso era muy lindo, y casi todos los músicos que tocaron en el bar lo recuerdan con cariño.

¿No te da ganas de retomar un proyecto así?
No, te acostás muy tarde... (Risas). Sabiendo lo que sé, sería mucho más fácil ahora, pero es un trabajo muy esclavo. Estuvo bien en su momento y lo disfrutamos, pero ya está: puedo decir que he sido un gastronómico (risas).


GRAND PRIX, PRIMER AMOR

¿Con Grand Prix te quedó la espina de algo inconcluso?
Tuvimos la mala suerte de sacar el primer disco en octubre del 2000, cuando todo el mundo te decía “guardalo un año más”... como si la cosa fuera a mejorar.

¡Por suerte no hicieron caso! (risas).
Por suerte no. Y después de eso, nos tocó vivir la peor crisis de la historia argentina. Realmente, tuvimos nuestra pequeña ventanita de oportunidad en el peor momento. Pero yo pienso que el segundo disco de Grand Prix, Lejos, está injustamente pasado por alto: hablaba de lo que nos pasaba a los chicos de veintialgo en el año 2001, hay canciones que tratan específicamente eso. Y es la razón por la que muchos colegas-amigos lo quieren tanto también y vinieron sin dudar cuando presentamos en 2007 la edición argentina. En un punto, éramos casi la única banda que estaba haciendo un disco en ese año, y se nos habían ido el bajista y el baterista...

¿Es cierto que el baterista se fue a tocar con Los Sultanes?
Sí, Guido... estuvo muy poco tiempo con nosotros. Le salió un laburo en Los Sultanes, ¡qué sé yo! (risas). Podría haber seguido con Grand Prix también, pero venía a los ensayos y empezaba a tocar temas como Los Sultanes. El guitarrista lo subió al auto en un ensayo y se lo llevó, directamente le dijo “te llevo”, porque no paraba. Era un laburo, está bien...
La estábamos pasando mal en vivo, tuvimos algunas experiencias bastante feas por cuestiones técnicas y dijimos “así es un embole, no gastemos más plata en sala de ensayo”. Entonces fuimos al estudio de grabación El Túnel y arreglamos para grabar un tema por mes, trabajábamos ahí e íbamos subiendo los temas a internet, de a uno. Empezamos en julio de 2001 y cuando llegó el quilombo nosotros ya estábamos bastante metidos, con muchas crisis personales y laborales, momentos muy complicados. La música se volvió nuestro oasis; en ese sentido, Lejos está bendito, tiene una magia muy especial.

Los hizo llevar el mal momento.
Claro. Y bueno, como en 2002 había una parálisis general nos terminamos yendo a España, que fue donde nos editaron el disco e hicimos una gira de 25 conciertos en 35 días, con shows en la televisión, críticas por todos los medios... Hicimos un esfuerzo increíble, para mí era una historia que merecía ser contada y me da pena que volvimos y nos dijeron “ya está, es historia vieja”. Creo que merecíamos un poquito más de reconocimiento, es un disco que me da mucho orgullo. ¡Se vendió en Japón también! Lejos tuvo una vida hermosa.

De alguna manera, podemos decir que Grand Prix te sirvió para tender ese puente con España que aún mantenés, tenés muchos amigos allá.
Totalmente, la magia de ese disco generó una familia de amigos en España que no tiene explicación, es todo parte de la energía de aquel momento y del disco. No tiene precio.


LOS CAMPOS MAGNÉTICOS Y EL ÉXITO INDIE

¿Se esperaban semejante repercusión con Los Campos Magnéticos?
No, la verdad que no. Por cómo surgió todo es sorprendente, me acuerdo de cuando me presenté con Alvy y le dije que yo también hacía temas en castellano de Magnetic Fields... charlamos y quedó ahí, esto habrá sido en diciembre de 2006, ponele. Y nos cruzábamos y decíamos “hay que hacerlo”, hasta que después de unos años lo hicimos. Para mí era un proyecto de 10 canciones, para grabarlas con músicos invitados, subirlas online, hacer un show... y nos vamos a casa.

¡Terminaron agotando los dos volúmenes y haciendo una versión nueva conjunta!
Por un lado, jamás supuse que iba a ser un proyecto tan atractivo y para tanta gente, pero por otro lado -pensándolo bien- digo que tiene lógica que esas canciones tengan llegada, ¡porque son hermosas! Es la prueba de que cuando las canciones son lindas y el proyecto es honesto, anda. Todos los proyectos con un encare así deberían funcionar, si el proyecto tiene cohesión, entidad y gracia... Lo que nos sorprendió fue la velocidad con la que se encontró un público. También es cierto que la forma de encarar la instrumentación y de tocar los temas hace todo muy amable y accesible, lo disfrutamos a pleno y es una posibilidad que no esperábamos tener.
Además estamos haciendo conocer un repertorio que nos fascina, cumpliendo un poco con el cometido del que hablaba antes... El Profesor Magnético (risas).

¿Y el contacto con Stephin Merritt cómo fue, buena onda?
Sí... en realidad nos contactamos más con Claudia Gonson, que es la tecladista y la manager. A través de ella llegó el contacto con él, que es un poco más arisco. Teníamos que pedir autorización sí o sí, les mandamos un documento muy extenso y lo aprobaron.

¿Qué les iban mandando?
Les mandamos las traducciones, retraducidas al inglés. Era traducir y explicar, los chicos confiaron en mí para que mande los mails y Merritt nos marcó algunas cosas puntuales, corrigió unos detalles... estaba muy sorprendido y con razón. Nos felicitó y le mandamos un ukelele de regalo; a Claudia también le encantó y le mandamos los discos. La mejor onda.

Y si se le ocurre venir solo algún día...
¡Ya tiene banda! Ya le dije a Claudia que no vengan todos, que no hace falta (risas). Igual la veo muy difícil que vengan, a Merritt no le gusta salir.

¿Cómo sigue el proyecto? ¿Más temas de Magnetic Fields, o puede surgir algo entre ustedes?
Tenemos algunas canciones y estamos trabajando en otras, pero no con un objetivo muy claro sino como hicimos al principio, tratando de conservar la misma energía que nos llevó a hacerlo. Si decidimos hacerlo vamos a tener que buscar una manera de darle entidad propia, no creo que sea sano volver a repetir.
Pero es interesante, pasó algo entre los tres a nivel artístico. Y está la idea de hacer Alvy, Nacho y Rubin interpretan a Alvy, Nacho y Rubin. Sería un trabajo de exploración de la dinámica que generamos haciendo estos discos y nos interesa explorar eso más que el repertorio. Pero bueno, estamos todos con discos nuevos, entonces tenemos que encontrar el hueco para ponerle la cabeza y el corazón al proyecto.


(BONUS TRACKS)

¿Qué tema te gustaría haber compuesto? Podés elegir un par si querés.
Creo que Penny Lane, no está mal eh... estaría forrado aparte (risas). Es la primera canción que se me viene a la cabeza, es perfecta, tiene una dosis de melancolía, remite al barrio, hay una cosa como de regreso a imágenes de la infancia y al mismo tiempo tiene un tono celebratorio. Y musicalmente es una canción hermosa, tiene un bajo increíble. No sé si es mi canción favorita del mundo mundial, pero qué lindo decir “mirá, me compuse Penny Lane”.
Otra más... siempre digo la misma, Ev'rytime we say goodbye de Cole Porter. Es perfecta, es lo máximo. Y dejame una más, algo más cercano: La canción del jardinero, de María Elena Walsh. Una canción que canten todos, con esa hermosura. ¡La cantan los pibes! Soy re fan de María Elena Walsh, tener esa melodía y que la canten los chicos es divino.

¿Y qué cinco discos te llevarías a una isla desierta, o salvarías de un incendio? (!)
Pongamos uno solo de los Beatles porque sino estamos al horno: Rubber soul. Y además, llevaría Bandwagonesque de Teenage Fanclub; Imperial bedroom de Elvis Costello y los Attractions; Full moon fever de Tom Petty; y Bridge over troubled waters de Simon and Garfunkel. Son discos que vengo escuchando de toda la vida y no tienen un solo tema malo.
Esos son para la isla, porque para el incendio... son cosas distintas (risas). De un incendio, salvaría Abbey road y Magical Mystery Tour de los Beatles, porque son discos a los que les tengo un gran cariño, al disco físico digamos. Los demás que se queden, no tendría tiempo de salvar tantos discos, pero esos son irreemplazables tal cual son como los tengo.

* Rubin y Los Subtitulados se presentan este sábado 15 a las 21:30 hs. junto a Eugenia Brusa y Los Bombones de Murano, en Vuela el Pez (Av. Córdoba 4379, Palermo).
Entradas con descuento escribiendo a info@rubinlandia.com.ar

* En tanto, harán lo propio Los Campos Magnéticos, pero en La Trastienda Club, el sábado 6 de octubre. Entradas a la venta mediante Livepass o en las boleterías del lugar.



[Las fotos que ilustran esta nota fueron tomadas por las siguientes estrellas de la fotografía: Rubin solo es obra de Sofía Ramírez; Grand Prix tocando en los estudios de TVE la tomó Nora Lezano y cedió el propio Rubin; y las siluetas de Alvy, Nacho y Rubin fueron captadas por Agustina García Orsi].