viernes, 29 de julio de 2011

Para ir


Los compañeros Lestani Florencia y Minimal Ariel se presentarán en el Ultra Bar de la ciudad de Buenos Aires (San Martín 678; si no son kircheristas pueden ir igual, por supuesto) todos los jueves de agosto, es decir, 4, 11, 18 y 25, a las 21 horas.
Las entradas se consiguen anticipadas a $30 en Ultra y Anthology (Santa Fe 1670 - Galería Bond Street, local 7). En puerta salen $40.

Flopa y Minimal presentarán (imagino) el repertorio de sus discos solistas y del trabajo conjunto Flopa Manza Minimal, además de las cuatro nuevas canciones correspondientes a Reducción de daños, el EP que regalan en sus webs como adelanto de un futuro álbum (si no lo bajaste, fijate acá).

LMEDA estará allí.

martes, 19 de julio de 2011

El mejor disco del rock nacional, el rock nacional en sí. Y el baterista olvidado


Ya van más de seis meses que no puedo dejar de escuchar Seremos amigos, de Los Gatos, y aún ronda en mi mente esa idea exagerada e inabarcable que se sucede cada vez que algo magnífico, bello, inesperado y luminoso nos roza: sentir que esto es la perfección. Los gustos y las ideas van mutando casi diariamente, por lo cual no sé por cuánto tiempo más lo sentiré, pero como ahora es hoy y hoy este disco de Los Gatos me enfervoriza más a cada escucha, no puedo dejar de condecorarlo y de rendirme ante él como el mejor disco del rock nacional. Esta sentencia / apreciación personal encierra variados detalles, entre ellos, que odio la definición rock nacional, por lo tanto estaría diciendo que Los Gatos son los máximos referentes -los autores de la mejor obra- de ese movimiento (que, sonoramente, lo es) cuando lo que quiero pensar es que estas canciones son demasiado bellas para sólo considerarse como parte de ese lugar, lo trascienden (y me estoy encerrando solo, porque ese lugar lo cree yo mentalmente, aunque creo que comprenden hacia dónde me dirijo).

Lo que quiero explicar es que no creo que rock nacional sea cualquier grupo que enchufe sus guitarras, se distorsione y suene. Ni siquiera ése es un mandato fundamental. Rock nacional, o lo que al menos podría un obtuso como yo llegar a comprender como ello, es cancionero y melódico, rock nacional puede ser distorsionado pero hasta ahí, no necesita de un alimento enérgico más fuerte que la propia melodía de una canción. Rock nacional nunca sería heavy metal, y ya lo dijo Iorio alguna vez con su habitual sutileza, que él no formaba parte del rock nacional, "Fito Páez, Fabiana Cantilo y toda esa mersada". Pappo, si no hubiera compuesto Desconfío, estaría un poco más afuera de ser rock nacional (haber sido parte de los inicios también lo ayuda, también haber muerto aunque suene horrible). Él, que categorizaba magistralmente quién era y quién no rock, hablaba de "dos tarados que con la guitarrita y la flautita vinieron a ablandar la milanesa". Y Sui Generis, sin dudas, fue uno de los primeros fenómenos de lo que aún hoy se considera rock nacional.


En fin, creo que se entiende -o no y a esta altura no importa porque estoy escribiendo esto de corrido y a base de la nada misma, más que algún pensamiento perdido- a dónde voy con esto de rock nacional. Y el propio Litto Nebbia, inicialmente máximo ícono de esa entelequia, seguramente hoy esté fuera de cualquier discusión genérica, aunque la chapa quede. En Seremos amigos, su tercer elepé, Los Gatos concibieron su criatura más perfecta, digna de comparación, incluso, con obras contemporáneas del primer mundo beat.

Pero hay que acostumbrarse desde hoy, 43 años pasados de su edición, a un disco tan ingenuo -Sólo seremos amigos, amigos y nada más / y nadie nos molestará- como original. El grupo muestra su consolidación después de dos bonitos discos iniciales e iniciáticos, encontrando sonidos psicodélicos a los que nunca había llegado en Cuando llegue el año 2000, que ya llegó; grabando (dice el mito, habría que buscar, lo cierto es que Kay Gailfi distorsionó con un grabadorcito Geloso y se pudrió todo) el primer tema con guitarras distorsionadas del rock nacional, La chica del paraguas, una pieza que no ha tenido la suerte de superclásico que merece; y llevando a cabo su canción más producida, otra gema pop que debería llenar de dinero a su autor y que lleva la huella evocativa que atraviesa toda la carrera del mismo: Mañana, donde un Nebbia de ¡20 años! se pregunta qué esperar del porvenir, amor o soledad.


Quizá lo que me inspiró a escribir estas líneas fue un hecho que me hizo un poco de ruido en estos días: ver que en varios medios especializados (?) en rock (!) nos recordaban que se cumplieron cinco años desde la muerte de Syd Barrett, olvidando, omitiendo o despreciando, elija usted, que cuatro días después del adiós de Syd falleció una gran personalidad del rock de acá, quizá el mejor baterista en la historia del género. Hablo de Oscar Moro, por supuesto. De Moro quizá parezca que no hay mucho por decir, todos los que gustamos de estas músicas sabemos que tocó en Serú y también en Los Gatos (y siguen las firmas). Pero lo importante es escucharlo: apretar play y apreciar la potencia que le impone a Cuatro meses, el desparramo que hace en cada cuerpo de su batería en la perfecta Esperando a Dios -¡hay que volver a esos coros, señores!- y el laburo más silencioso pero importante para la esencia psicodélica del citado Cuando llegue el año 2000, por dar algunos ejemplos que me sumergen en una conclusión harto repetida pero inevitable: el baterista es el puesto más ingrato en un conjunto, como el arquero en el fútbol. Por eso quería escribir de Moro, más allá del divague inicial. Ésta era la cuestión.

Un lustro sin Moro, qué pena. A quién le importa qué es y qué deja de ser el rock nacional.


(Nota: este texto fue escrito hace varios días, y por la velocidad con que fue hecho me salteé algunas aclaraciones:
1- El disco, por supuesto, permanece descatalogado, por ese don apropiador de las compañías discográficas.
2- Que esto salga justo antes de día del amigo -digo, por el nombre del disco- es una casualidad. Pero igual queda bien.
3- Olvidé mencionar la despedida hablada de Litto: debe ser lo más tierno que escuché en un disco, o anda por ahí).

lunes, 11 de julio de 2011

Algie, el chanchito valiente

En diciembre de 1976, la grabación y mezcla de Animals estaban terminadas, y empezó el trabajo para hacer la portada del álbum. Hipgnosis había presentado tres ideas y, por una vez, ninguna nos pareció atractiva. Así que, al final, la portada surgió de un concepto de Roger, llevado a cabo por Storm, centrado en la central eléctrica Battersea -arriba en la foto-, una extraña visión futurista en las riberas del Támesis, que estaba acercándose al final de su servicio activo. La construcción inicial se completó a principios de la década de 1930, y fue diseñada por Giles Gilbert Scott –el diseñador de la simbólica imagen de Gran Bretaña de las cabinas telefónicas rojas, hoy también desbancada–; el edificio, de hecho consistía en dos centrales eléctricas unidas; fue la segunda de éstas, construida en 1953, la que proporcionó el perfil de Londres con sus cuatro imponentes chimeneas. Por entonces Roger vivía en Broxash Road, justo al lado de Clapham Common, por lo que conducía atravesando Londres para llegar a los estudios en Islington prácticamente a diario, haciendo una ruta que le obligaba a pasar delante de las amenazadoras chimeneas de la central eléctrica, lo cual le proporcionó la semilla de la idea utilizada para la portada (aquí debajo).

Andrew Saunders hizo la maqueta del cerdo hinchable –con la ayuda de Jeffrey Shaw– y luego una empresa alemana nos fabricó el objeto real. Ballon Fabrik había ganado destreza construyendo los zeppelines originales, pero, posteriormente, en una buena muestra de reciclaje de materiales bélicos, fabricaron varios globos para nosotros. Acabamos a principios de diciembre en la central eléctrica abandonada con un gigantesco globo con forma de porcino (al que por alguna razón llamamos Algie) –de unos nueve metros de largo, lleno de helio y muy truculento–, sin dejar de tirar de sus amarres. Como precaución adicional teníamos a un tirador entrenado a punto en caso de que Algie se diera a la fuga.
La sesión fotográfica estaba programada para el 2 de diciembre, pero el tiempo era inclemente; también teníamos algunos problemas con los aparejos, por lo que decidimos dejarlo para el día siguiente. Desgraciadamente, aunque el tiempo había mejorado a la mañana siguiente, el tirador aún no había llegado y no estaba en su lugar a la hora del lanzamiento. Hubo una ráfaga de viento repentina, el calabrote de acero se rompió, y Algie se soltó, ascendiendo a los cielos a unos sesenta metros por segundo, mucho más rápido de lo que puedo hacerlo el helicóptero de la policía para interceptarlo. No se trataba de un montaje deliberado y todos éramos bien conscientes de que aparte de perder una maqueta muy cara podíamos provocar un grave desastre de aviación. Se convocó a los abogados, se pensó en planes de emergencia y se propusieron chivos expiatorios.

Storm Thorgerson, genio creativo de Hipgnosis, el colectivo artístico que ha realizado geniales portadas de álbumes de rock.

Uno de mis recuerdos favoritos de todo el incidente es la reunión con nuestro abogado Bernard Sheridan, al que Linda Stanbury, nuestra asistente personal entonces, le adoctrinó en las cuestiones del papeleo de la gira; cuando Sheridan se enteró de la noticia de que el cerdo se estaba dirigiendo hacia Alemania refunfuñó: “Pero si no tiene pasaporte…”.
Afortunadamente, el cerdo descendió espontáneamente, y lo recuperó un granjero de Kent sin haber causado ningún daño. Hubo una anécdota de un piloto de una compañía aérea que detectó un cerdo errante al ir a aterrizar en Heathrow, pero tuvo miedo de contarlo por si acaso los controladores de vuelo pensaban que había estado bebiendo. Desgraciadamente, me temo que esto es tan sólo una leyenda. La terrible verdad es que la imagen del cerdo fue añadida en la portada final más tarde, ya que la mejor imagen de la central eléctrica, en un ambiente de nubosidad variable, se había tomado en un día de reconocimiento anterior, cuando Algie estaba ausente.

(Extracto del excelente libro Inside Out: A Personal History of Pink Floyd, de Nick Mason).

Algie se eleva por encima de la Battersea Power Station en diciembre de 1976, mientras el tirador toma puntería.

martes, 5 de julio de 2011

Novedades en formato de single

Aquí venimos con pequeñas novedades del mundo discográfico (¡sí, todavía existe, piratas!). Dos de nuestras bandas favoritas -hablo por todos- han lanzado respectivos singles como adelanto de sus futuros discos. Hablo de Wilco, de allá, y Valle de Muñecas, de más aquí.

Los muchachos de Chicago -otra vez se rumorea que andarán yirando por la Argentina, crucen los dedos- se han despachado con un temita simpático pero, debo decir, algo insulso, titulado I might. Quizá le falte algo de power, a pesar de tener una base que se carga todo. A ese tema, le suman como lado B una bonita versión de I love my label de Nick Lowe: veremos si sale también en el álbum, que se va a llamar The whole love y verá la luz el 27 de septiembre con, por suerte, la primavera como estación acompañante. Pueden escuchar ambos temas aquí. Y cabe aclarar que, aunque el adelanto no parezca gran cosa, de ellos siempre esperamos mucho.




Más acá, el amigo Manza Esaín nos entrega novedades después de un buen tiempo. Folk fue la última producción de Valle de Muñecas hace ya cuatro años, y La autopista corre del océano hasta el amanecer -¡gran nombre!- va a ser su sucesor. ¿Por qué tardaron tanto? Las razones, sospechamos, pueden ser dos: Esaín produce incansablemente cantidad de discos del under argentino; y para colmo se ha juntado el último año con sus amigos Flopa y Minimal para recrear aquel grandioso disco que grabaran hace ocho años.
Sus adelantos, virtuales, también son dos: La soledad no es una herida -que contiene la frase que da nombre al disco-, con el fraseo habitual de esa voz tan especial y un bajo que -tal el caso de Wilco- pasa al frente para arrasar con todo; y la cara B llamada Cuentos para no dormir jamás, menos agónica en apariencia, pero con tres palabras -"todo acaba siempre"- que forman la frase insignia de una letra desoladora.


(Nota: de paso, avisamos que Valle de Muñecas estará presentándose próximamente en el auditorio de Radio Nacional el martes 12 de julio, en tanto que el jueves 21, también de este mes, la cita será en el Salón Pueyrredón).