miércoles, 18 de agosto de 2010

El encanto monocorde de Morrissey


"Morrissey, Morrisey, Morrissey".

Leo García.

Qué tipo raro visualmente. Feo, cabezón, algo amorfo, patilludo, con cara de tímido... el total antihéroe cantando canciones pop gancheras en la década más superficial y revisitada: hay algo -no sé qué, quizá sea todo lo anotado anteriormente- que hace que quiera mucho a Morrissey. No soy un fanático ciego de su obra, me gustan los Smiths y los discos solistas que le escuché, pero su figura me inspira confianza y me despierta afecto y el (famoso) "más profundo respeto". Cómo decirlo: veo en ese nerd-cantante a un loser de verdad, no a un tipo que se la pasa sufriendo en su mansión mientras destruye su cancionero para que lo califiquen como el genio de la música rock contemporánea cuando antes hacía canciones diez veces mejores (las iniciales de ése son TY).

Morrissey siempre cantó su desgracia con una soltura envidiable y nunca se hizo el pobre torturado. Es un perdedor pero también un dandy inglés, quizá allí resida su secreto. Es, por sobre todas las cosas, un miserable simpático. Yendo al post anterior, si Nick Drake hubiese tenido la buena baja autoestima de Moz, habría sobrevivido a su karma depre-suicida.

La voz de M. suena lejana y desencantada pero sus canciones no lo son, algo en lo que se parece a otro ícono de los '80, también amorfo y maravilloso, el crack Roberto Smith. Hay algo en esa voz, un tonito singular, que transforma a un cantante monocorde y derrotado en un vocalista ejemplar que te termina comprando. ¿Qué será? No soy yo quien lo pueda contestar, pero pocos tipos suenan tan parecido en todas las canciones y sin embargo tan bien. Parece que siempre cantara la misma nota, pero me gusta ése sonido único.


Como ejemplo de todo lo que digo arriba, les dejo la letra de Let me kiss you, maravillosa gema de su no menos valorable disco You are the quarry. Me pasó, tanto con The Smiths como con sus álbumes solistas, que hay una coraza inicial en ellos que uno debe romper, un código sonoro que hay que descrifrar o lo que sea que en las primeras escuchas no hace tan disfrutable al material. Pero cuando llega el clic, canciones como esta no se te escapan más.


Let me kiss you
(Morrissey / Alain Whyte)

There's a place in the sun
For anyone who has the will to chase one
And I think I've found mine
Yes, I do believe I have found mine

So
Close your eyes
And think of someone
You physically admire
And let me kiss you
Let me kiss you.

I've zig-zagged all over America
And I cannot find a safety haven
Would you let me cry
On your shoulder
I've heard that you'll will try anything twice.

Close your eyes
And think of someone
You physically admire
And let me kiss you
Let me kiss you.

But then you open your eyes
And you see someone
That you physically despise
But my heart is open
My heart is open to you.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Drake, el tipo del costado

Les traigo una excelente noticia de la que me enteré gracias a la compra compulsiva de discos (y de la que no se hizo eco ninguno de los grandes sitios de música que hay). Aún no los vi en las bateas de las grandes disquerías pero les comento de qué viene: los tres discos de estudio del genial Nick Drake van a ser editados en nuestro querido país en cualquier momento. Mientras espero que las ediciones sean decentes, celebro de todas maneras que se les haya caído una idea a los muchachos de Universal.

El que no conozca la música de Nick, sabe desde este momento que se está perdiendo de uno de los cantautores más auténticos y viscerales -para poseer dicha cualidad no hace falta gritar- que ha habido en nuestro querido planeta, dueño de una tristeza tan invernal que, precisamente, podremos comprar sus discos edición nacional recién ahora, en esta época del año. Repito, el que no conozca la obra de Drake, hágase el favor de escuchar Five leaves left, Bryter layter y Pink moon. Si le ponen la oreja como se debe, van a ser sus próximos discos favoritos.

Debido en gran parte a su personalidad misántropa (?) o bien exageradamente tímida -me siento como Rial hablando de un famoso-, Nick Drake no tuvo éxito en vida. Pero sigue sumando, a casi cuarenta años de su muerte, admiradores incondicionales que caen -caímos, caeremos- rendidos a sus pies. O sea, a su voz profunda y triste, a sus arpegios en open tunings, a sus soberbios arreglos orquestales, a su soledad campestre, a su depresión innata e incurable, a su aura de poeta que escribía las canciones de su propia agonía mientras, claro, se desangraba por dentro.

Serán bienvenidos a su fiesta de la desgracia, los nuevos. Los que conocen su música, lo aprecian, y aún gustan de tener discos -pequeño detalle- están avisados.